GRAVE ACUSACIÓN Los fiscales expusieron los tormentos que padecieron Carlos, María y Mariano en el hogar de Banfield y apuntaron contra las autoridades del lugar.
Con una durísima acusación, la fiscalía continuó su alegato en el juicio "Hogar de Belén", proceso que juzga el asesinato de tres personas, la apropiación de tres menores y los abusos sexuales a los que fueron sometidos los pequeños en ese hogar de Banfield entre 1977 y 1983.
Luego de la primera etapa en la que se describió el homicidio de Vicenta Orrego Meza, madre de los pequeños, la Unidad Fiscal de Derechos Humanos de La Plata profundizó en los maltratos y abusos sexuales sufridos por Carlos, María y Mariano Ramírez, quienes tenían 2, 4 y 5 años cuando fueron sometidos en el Hogar de Belén.
Los auxiliares fiscales Juan Martín Nogueira y Ana Oberlin sostuvieron que los hermanitos sufrieron "un infierno en vida" en el hogar de Banfield, donde "fue aplicado sobre ellos toda la dureza del poder disciplinador a través de diversas formas de maltratos y abusos sexuales". Además, señalaron que esos aberrantes hechos "tuvieron la finalidad de suprimir su identidad, en tanto hijos e hija de personas perseguidas y asesinadas por la represión ilegal en Argentina".
"El lugar donde fueron llevados, el llamado Hogar Casa de Belén, fue un espacio donde el maltrato físico, psicológico y moral, y el abuso sexual fueron las condiciones estratégicas que buscaron pulverizar la dignidad de esos niños", remarcaron los fiscales, y añadieron: "Perdieron toda su infancia en el Hogar de Belén. Lo imaginable y lo que no lo es también. Sin padre ni madre, sin explicaciones ni contención, sin consuelo ni esperanza, sin ningún tipo de derecho a vivir una vida de niños. Transformados en cuerpos que podían disponerse para el placer y satisfacción, para el castigo".
Asimismo, advirtieron que los hermanos Ramírez no fueron las únicas víctimas de estos tormentos, ya que "el maltrato y el abuso sexual fue una práctica sistemática en el Hogar de Belén y se extendió a otros niños y niñas que estaban alojados allí".
EL HORROR PUESTO EN PALABRAS
Los auxiliares fiscales hicieron una cruda descripción del calvario que pasaron las víctimas en el hogar de Banfield, en base a los testimonios que ellos mismos aportaron en todos estos años. "Los hermanos tenían prohibido hablar entre sí. Estaba terminantemente prohibido tener cualquier clase de interacción, y, sobre todo, no podían mirar a los ojos a los adultos. Debían permanecer en silencio durante todo el tiempo que se encontrasen fuera del hogar y mantener la mirada en dirección al suelo en todo momento", relataron.
Gran parte de lo ocurrido en el hogar se reconstruyó también en base a testimonios de otros niños que hoy ya son adultos. "Pasaban hambre, los vestían con ropa sucia y andrajosa y los bañaban con agua fría. La única excepción en la que los vestían bien era cuando iban a la iglesia. Es decir, cuando los exhibían en comunidad", señalaron.
Los chicos también eran obligados a hacer la limpieza del lugar. Al respecto, los fiscales citaron una declaración de María sobre cómo recibía las órdenes: "Vos vas a ser una prostituta, así que empezá a limpiar acá".
Finalmente, expusieron prácticas humillantes contra los tres niños si se negaban a cumplir órdenes: "Eran golpeados, insultados, degradados y sometidos a prácticas inhumanas, tales como hacerlos comer con los perros u orinarlos en la cara, tal como revelaron los testimonios de los hermanos".
LA DURA ACUSACIÓN CONTRA LOS ENCARGADOS DEL HOGAR
Manuel Maciel y su esposa Dominga Vera eran los encargados del hogar cuando ocurrieron los hechos. Los fiscales Nogueira y Oberlin constataron "la existencia de relaciones entre los integrantes del Hogar de Belén con miembros de las fuerzas armadas o de seguridad" y "la celebración de reuniones con militares y policías, en horas de la noche", en base a testimonios de las víctimas.
Según la fiscalía, el matrimonio Maciel obligaba a los hermanos Ramírez a llamarlos "mamá" y "papá", "a la vez que los sometían a castigos si querían indagar sobre sus padres".
"Le expresaban a los niños que los castigos físicos eran porque 'eran hijos del diablo', y que lo hacía para que 'no salieran como sus padres'. (...) Les decían que [sus padres] eran delincuentes, que los habían abandonado, que no los querían, que eran unos 'hijos de puta terroristas'", agregó la fiscalía.
Registros oficiales constataron que el matrimonio Maciel escolarizó a los tres hermanos en el Instituto Sagrada Familia de Banfield, prohibiéndoles usar el apellido Ramírez. Fueron anotados con el apellido Maciel.
Por último, los fiscales apuntaron contra Manuel Maciel por una feroz golpiza que le dio a María cuando se enteró que ella había intentado pedir ayuda en la parroquia: "La llevó al Hogar y la golpeó hasta que no pudo caminar. Le dijo que si volvía a contarle a alguien lo que pasaba iba a pegarle hasta matarla".