curiosidad Desfiles, debates y festejos pasaron por ella a través del tiempo. Se fue transformando hasta ser el corazón de la actividad comercial lomense.
¡Hola de nuevo, queridos amigos de La Unión! El 2022 se nos escurre entre las manos. Ya pasamos la mitad de este diciembre que se siente tan diferente por el campeonato mundial. En pocos días se viene Navidad y siete días después llegará el Año Nuevo. Ojalá el 2023 venga plagado de buenas noticias para todos los argentinos. Las necesitamos.
Esta semana, como es costumbre, el centro de Lomas de Zamora se pone a tono y entra en calor. No lo digo por las altas temperaturas del verano, que ya nos visitaron hace rato, sino también por el movimiento constante de vecinos que salen a recorrer negocios para encontrar alguna oferta interesante y conseguir ese regalo para el arbolito que tanto andaban buscando.
Los más organizados suelen comprar con tiempo. Los que andamos a mil, como yo, dejamos siempre todo para la última hora y tenemos que someternos estos días a la marea de gente que se convierte el centro de Lomas las horas previas a la Nochebuena.
La "movida", como siempre, está en Laprida. La vieja y querida peatonal marca desde hace años el pulso de las compras en nuestro partido y es el corazón de la actividad comercial en este rincón del sur del Gran Buenos Aires.
La calle lleva ese nombre en homenaje al prócer que en julio de 1916 presidía el Congreso de Tucumán: Francisco Narciso de Laprida. Es el sello distintivo de nuestro municipio. Para muchos vecinos de otros barrios, basta citar a la Laprida para certificar que se conoce a Lomas. Siempre fue así: desde los inicios del distrito, esta peatonal ya se diferenciaba del resto de las calles por su ritmo ajetreado.
Al viajar décadas atrás, como lo solemos hacer en estas columnas, nos encontramos con una fisonomía muy distinta: de hecho, las veredas de Laprida estaban pobladas de árboles.
Al viajar décadas atrás, como lo solemos hacer en estas columnas, nos encontramos con una fisonomía muy distinta: de hecho, las veredas de Laprida estaban pobladas de árboles. El tranvía que venía desde Retiro entraba por Alem, doblando donde hoy está el Banco Nación. Continuaba su recorrido hasta Meeks y por allí seguía hacia Temperley, donde terminaba el recorrido.
Fue en esa vieja Laprida donde se hizo la primera Fiesta de la Primavera en la Argentina. También en ella se disputaron cientos de debates entre dirigentes políticos locales ante la elección de turno. Muchos vecinos usaron a Laprida para protestar, aunque también para festejar. Allí, por ejemplo, se hicieron los primeros desfiles de los Reyes Magos y los corsos de Carnaval.
Nuestra calle, que hoy nace en la estación y llega hasta Camino Negro, se fue transformando en el punto de encuentro obligado para jóvenes y familias los domingos a la tarde. Pero pasaron los años, en Laprida se fue armando un centro comercial y luego, inevitablemente, nació la peatonal, donde las galerías se multiplicaron y la música de los negocios todavía hoy le sigue poniendo el ritmo a las compras. Me voy, amigos, que Papá Noel viene atrasado y el arbolito no se llena solo...