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Único: es fanático de Banfield y tiene una colección de más de 600 llaveros

Para guardar. Rodrigo García arrancó hace más de 15 años a juntarlos y hoy tiene paredes repletas de ellos. Hijo de un coleccionista de boletos antiguos de colectivo, heredó las dos pasiones y cuenta su historia.

A la hora de coleccionar, siempre que haya cantidad y variedad, no existen los límites. En el fútbol, por caso, lo más habitual es juntar camisetas o banderines. Sin embargo, algunos salen de esa lógica y se animan a guardar otro tipo de elementos. Este es el caso de Rodrigo García, un hincha fanático de Banfield que tiene una colección única y, probablemente, inigualable: más de 600 llaveros del Taladro.

Dice el refrán que “la manzana no cae muy lejos del árbol”. Hijo de un coleccionista de boletos antiguos de colectivo, Rodrigo heredó la pasión por el club y la de buscar, agrupar, ordenar siguiendo algún patrón y exhibir. Algo bastante lejano al simple hecho de amontonar cosas que son parecidas. “Yo coleccionaba llaveros en general y tenía unos 4 o 5 de Banfield. A los 15 años, en un cumple, mi papá me regaló uno que no tenía y ahí arrancó esta historia. Hoy tengo 30 años y más de 600 únicamente de Banfield”, contó.

“Por los años 2003, 2004, cuando el Taladro empezaba a hacer historia grande y a jugar las copas internacionales, iba a los negocios del centro de Lomas,  de Lanús o al shop que había en la Sede del club y compraba. En ese momento, quizás salían $2 que si bien era poco, significaba plata para un chico, y yo me gastaba $100 en comprar llaveros: me llevaba todos los que había y, lógicamente, en un momento ya tenía una cantidad enorme”, relató.

Como ocurre con cualquiera que tiene un fanatismo de este tipo, la vida se vive en “modo colección” porque en el momento menos pensado puede aparecer esa oportunidad de sumar uno más al selecto muestrario y hay que estar atento. “Me iba de vacaciones a alguna provincia u otro lado y siempre buscaba. En las ferias de artesanos suelen haber llaveros y si encontraba uno de Banfield me lo traía. Y si tenía dos distintos, me compraba los dos”, recordó.

De esas historias, en Mar del Plata, hace 10 años en un invierno fuera de temporada, se escribió una divertida. “Estaba con un amigo y no pude con mi genio. Me fui a la avenida San Martín con $200 que tenía destinados para la comida y ya volverme a casa. Pensé que iba a estar todo cerrado porque era mayo y encima hacía un frío tremendo. Para mi sorpresa estaba todo abierto: entré a un local de esos que venden recuerdos y le pregunté: ¿Tenes llaveros de Banfield? Tenía. Me gasté $170 en ocho llaveros y me dejé $30 que me alcanzaron para una hamburguesa completa y volver a casa”, contó, entre risas, este vecino que también es profesor de Literatura.

El mundo de la colección de llaveros tiene, como cada universo, sus propias leyes. Hay modelos, materiales, épocas, y por supuesto, relatos para cada uno. “El ítem clave para mí es que tenga algo de Banfield. Puede ser el escudo, el nombre, el apodo o los colores pero tiene que tener una referencia clara. Y no tengo uno preferido, son parte de un todo y son lindos expuestos entre un montón” explicó. Pese a negarlo, para Rodrigo algunos son más especiales.

El más antiguo es uno que compró en Mercado Libre: la camiseta Nashua del ascenso del ’93 hecho en material de goma náutica (algo propio de la época que hoy ya casi no se ve). Además cuenta con todos los modelos de camisetas del club hechos desde 1896 hasta la fecha, en miniatura y con cada detalle pintado a mano. Hay metálicos, pelotitas, destapadores, giratorios, en madera, en goma, con apliques de acrílico, con contornos de provincias de Argentina. Y es importante que se respeten los patrones de colores, sobretodo en los escudos que pueden estar mal hechos.

Una buena parte de esa colección está expuesta en un pasillo de su casa y cubre un importante sector de la pared con maderas y clavos. “No los iba a colgar cuando me mudé pero me insistió mi mujer y acepté. Son como parte de la decoración de la casa pero en un sector más privado donde solo pueden apreciarlos la gente más cercana. Es algo personal pero muy lindo de disfrutar”.

En la cuarentena, Rodrigo lanzó su propio Instagram para dar a conocer la colección y de a poco empieza a sumar seguidores. “En esta cuarentena aproveché para acomodarlos y ver algunos. Encontré que tenía repetidos, lo cual es un ítem importante. El coleccionismo es una actividad linda que en lo personal me ayuda además de hacerme feliz. El observarlos y ordenarlos y que sigan un patrón en el lugar donde están colgados es un pasatiempo que me da armonía y paz”, señaló.

En un mundo de tantos locos, que un simple llavero te traslade mentalmente a un lugar mejor, es más que envidia

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