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El Marginal, la serie del momento, en perspectiva

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Tras los primeros dos capítulos de El Marginal 2, la segunda temporada de la serie que emite la TV Pública ya es furor. Ahora que está en el centro de la escena, la tira dirigida por Luis Ortega también invita a pensarla críticamente. ¿Qué modelos sociales se exponen?     

El director de cine César González, quien estuvo preso cuatro años, fue uno de los actores que tuvo una breve participación en la primera temporada. "Ninguna ficción es inocente", sostuvo, en una nota con Infonews.

El Marginal transcurre en un penal, donde los límites entre el adentro y el afuera se reconfiguran constantemente en función de la trama: armar una movida desde la cárcel para robarle a alguien con mucha guita afuera, todo en medio de la creciente tensión entre mafias, y la disputa por el poder que depende de quien sea más pillo y astuto para manejarse en ese mundillo. Policías y delincuentes, millonarios y políticos, a veces enemigos otras aliados. Todos, sin dudas, actores de peso para la agenda mediática y la opinión pública.

Ahora cabe preguntarse sobre las representaciones en la serie. ¿Qué tipos de presos y qué modelos de cárcel se exponen? ¿Cómo son sus estéticas y qué sugieren? ¿Se alimentan lógicas de exclusión y segmentación social? Por ejemplo, si existen sentidos que asocian la delincuencia con el consumo de drogas, la violencia o la pobreza, en lugar de pensarla como efecto de una sociedad donde el mercado y el Estado (aniquilado en su carácter social) convierte a quien no se adapta a la norma en un residuo humano.

¿Qué tipo de policía se expone? aquel que se conforma como una mafia corrupta, oportunista, del crimen organizado, o aquella que es consecuencia de una sociedad moderna neoliberal que diezma los valores humanos, donde cuesta cada vez más hallar sentidos para la vida por fuera de la capacidad de consumo.

Un planteo interesante que ofrece la serie para reflexionar: el escenario de una villa miseria en el patio del penal como una metáfora de la vida social, de la marginación que viven los sectores más vulnerables, mientras que dentro del penal, "bajo techo", duermen los privilegiados, aquellos que son parte de la banda que lidera.

Para González, el producto que transmite la TV Pública no colabora con generar discursos alternativos que colaboren a repensar las vivencias carcelarias. "La marginalidad no es ningún espectáculo circense, la cotidianidad carcelaria es de una tristeza que asfixia, hay millones de seres humanos allí dentro sometidos a las torturas más inimaginables y oscuras, que ya habían nacido en una clase prisionera de todas las ausencias y que la cárcel solo continúa una pena ya dispuesta previamente al nacimiento".

 

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