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Un recorrido por la experiencia Beatnik llega al Museo del Libro

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La muestra está inspirada en el libro "Argentina Beat", publicado por Caja Negra, donde el escritor Federico Barea compila manifiestos, intervenciones, declaraciones, poemas y relatos.

Fotografías, registros audiovisuales, revistas y viejas ediciones de libros fundamentales le dan forma a "Déjalo Beat. Insurgencia poética de los años 60", una muestra que se inaugura este miércoles en el Museo del libro y de la lengua, y que presenta un recorrido por la experiencia beat en la Argentina a través de la obra de sus protagonistas: Ruy Rodríguez, Reynaldo Mariani, Néstor Sánchez, Sergio Mulet y Marcelo Fox, entre otros.

La inconformidad, el rechazo al orden establecido y el deseo de expandir los límites de la conciencia le dieron origen a la Generación Beat, movimiento contracultural surgido en los años 50 en los Estados Unidos, conformado por Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William Burroughs y Lawrence Ferlinghetti, entre otros autores que tuvieron influencia en artistas de la cultura popular como David Bowie, Tom Waits y Bob Dylan.

En la Argentina, esa experiencia se dio una década después, en los 60, cuando un grupo de escritores periféricos tuvieron la idea de retratar su forma de vida en dos grupos: Opium y Sunda, donde elaboraron una literatura alejada de la tradición, fuera del canon, con una fuerte presencia de elementos autobiográficos: textos urgentes, memorias poéticas y narraciones desesperadas atravesadas por la idea del viaje.

La muestra se inspira, de alguna manera, en el libro "Argentina Beat", publicado por Caja Negra, donde el escritor Federico Barea compila manifiestos, intervenciones, declaraciones, poemas y relatos de estos dos grupos que le dieron forma a lo que se puede entender como la versión argentina de la Generación Beat, experiencia que en nuestro país coincidió con el nacimiento del rock nacional.

"No eran periféricos porque eran segregados sino porque proponían una radicalidad en la vida y en la obra. Para poder escribir poesía tenían que vivir como poetas", sostiene Barea en una entrevista con Télam con motivo de la publicación del libro.

Esteban Bitesnik, curador de la muestra, dice a Télam que siempre le interesó el tema de los beatniks argentinos. "A través de ese libro surgió la idea de armar una muestra. Hay mucho material de la Biblioteca Nacional y también un gran proporción de material cedido gentilmente por Federico. Hay que destacar que mucho de lo que integra la muestra es difícil de conseguir".

"Son revistas pequeñas, en la línea del fanzine. Opium sacó cuatro números; Sunda solo uno y después se desarrolló como editorial. La muestra hace centro en esa periferia: lo importante era mostrar un movimiento que fue muy periférico y que se reunía alrededor del Bar Moderno y el Instituto Di Tella. Iluminamos ese momento a través de estos dos grupos poéticos", sostiene el curador.

Y comenta, además, que la muestra "se extiende un poco más a cuestiones satelitales; por un lado, los precursores: Kerouac, Gisnberg, Ferlinghetti, Borroughs. Y por otro el surrealismo francés, el simbolismo, entre otros movimientos. Vamos abriendo un poco el abanico hacia otras experiencias paras trazar diversos vasos comunicantes".

"No hay que olvidar que la etiqueta beatnik en la Argentina la pone el periodismo, con la idea de catalogar a estos movimientos como algo explosivo, pero después hay muchas diferencias. Ellos no estaban particularmente interesados en ser comparados. El periodista Miguel Grinberg fue alguien muy importante para ellos porque estaba en contacto permanente con los beatniks norteamericanos", cuenta Bitesnik.

Según el curador, "se trata de una década creativa, efervescente, donde todas la esferas de las artes están en un momento de explosión como nunca: en la literatura, en la plástica, en el rock que nace, porque en esos años llegan Los Gatos, Manal, Almendra, y de afuera viene toda la movida del jazz, que era clave para los beatniks norteamericanos".

"La música es muy importante en todo este movimiento. El jazz como vanguardia lo que hace es mirar hacia África, India, Europa, ahí nace el 'free', que tiene una mirada política relacionada con los derechos civiles. La experiencia de juntarse a escuchar vinilos era fundamental. De ahí surgía muchos de los textos que después escribían", explica el curador.

Y Bitesnik también recuerda de uno de los personajes más oscuros del grupo, Marcelo Fox, autor de "Invitación a la masacre", que "tiene cierta polémica, hay una oscuridad ligada al nazismo, es un autor raro que después reivindica Laiseca y, si mal no recuerdo, es un personaje de una novela de Fogwill".

"Eran personajes extremos, no querían tener una obra o vivir de la literatura, se distinguen del 'Boom', representando por García Márquez y Cortázar, y de la literatura comprometida de Walsh o el Che Guevara. Ellos eran marginales que querían escribir desde su lugar de marginalidad", sostiene Bitesnik.

Por último, el curador consideró que "hay algo que liga a estos movimientos con la idea de la trashumancia, el nomadismo, la idea del viaje. Claramente tiene que ver con la novela "En el camino", de Kerouac.

Poemas, manifiestos, relatos, fotos, libros clásicos, dibujos y reflexiones se pueden apreciar desde hoy, a las 19, en "Déjalo Beat", muestra que podrá visitarse hasta el domingo 16 de julio en la Sala Roberto Arlt del Museo del libro y de la lengua, ubicado en Avenida Las Heras 2555 (CABA).

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