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Proyecto Nahual capacita a chicos de barrios vulnerables en programación y control de software

LOMAS DE ZAMORA. La iniciativa nació hace diez años en Villa Centenario y no solo se expandió por todo el país sino que cuenta con distintas experiencias en Chile, Uruguay, Perú y Colombia. En este tiempo formó a más de 1.000 chicos y 100 de ellos consiguieron trabajo en el sector.

Capacitar a jóvenes de bajos recursos en tareas de programación y “testing” (control de calidad de software), y darles todas las herramientas para insertarlos en el mundo laboral es la misión de Proyecto Nahual, una iniciativa que nació de un grupo de amigos al visitar comedores comunitarios en la provincia de Buenos Aires.

Desde Perú a Bariloche, pasando por La Plata o Tandil, los responsables del proyecto tienen como objetivo formar de manera gratuita a jóvenes en distintas habilidades digitales para ayudarlos a conseguir una salida laboral.

Se trata de una iniciativa con una cantidad variable de formadores, colaboradores y participantes -con un modelo replicado en distintos países-, en donde cada nodo (sede) define de forma independiente los temas y mecánica de las capacitaciones.

La historia tiene su origen hace más de diez años en el barrio de Centenario, en Lomas de Zamora, donde Mariano Stampella concurría los sábados para organizar desde partidos de fútbol hasta huertas, hasta que un día, junto con compañeros de ingeniería en Informática de la UBA, se les ocurrió armar una sala de computadoras.

“Era 2005 y la demanda de ingenieros era enorme porque había habido una gran fuga de cerebros. Entonces nos parecía que se podía enseñar la programación como un oficio: esa fue nuestra idea original y así nació Proyecto Nahual", recordó a Stampella, fundador de la empresa de software Intive-FDV.

Los jóvenes empezaron a dar clases del lenguaje de programación "Ruby on Rails" (es un framework de aplicaciones web de código abierto escrito), pero se dieron cuenta de “lo difícil que era”, porque los chicos en general no tenían computadoras en sus casas.

“Nos cansamos de fracasar, y así aprendimos las 1.000 maneras de no enseñar programación”, señaló, y reveló que estaban a punto de abandonar el proyecto cuando dos excompañeros de trabajo le comentaron que querían replicarlo en un barrio de La Plata.

“Podían haber hecho lo mismo sin avisarnos, pero ahí nos dimos cuenta de que eso era un proyecto, una red”, destacó Stampella.

Luego les llegó una propuesta de una empresa que les ofreció ayuda para conseguirles trabajo a los chicos que se capacitaban y así armaron un curso de cuatro meses. Uno de los voluntarios que se acercó propuso enseñar "testing" (control de calidad de software).

“Las clases fueron mutando bastante, al principio eran muy teóricas. Cuando uno programa, crea algo que es totalmente virtual usando algoritmos. Pero es muy distinto a decirle a alguien te vamos a dar algo para que lo pruebes (testing) y veas si funciona”, subrayó.

Los alumnos se entusiasmaron, sobre todo cuando conocieron las empresas que podían contratarlos una vez que terminaran su capacitación.

El proyecto se replicó en 12 nodos: Medellín, Uruguay, Bariloche, Tandil, La Plata, Rosario, San Martín de los Andes, Mendoza, Perú y Chile, donde hasta ahora se capacitó a más de 1.000 chicos, de los cuales 100 consiguieron un trabajo en el sector.

“Tenía 17 años, vivía en Villa Fiorito e iba a una escuela muy cerca del comedor. Un día, uno de los profesores fue a repartir volantes para decir que estaban dando clases de computación”, recordó Isaías Montenegro sobre sus inicios en Nahual.

“Me costó dos o tres clases entender de qué se trataba el testing pero después lo logré y el punto de inflexión fue cuando fuimos a (la empresa) Hexacta y vimos que había empresas que se dedicaban a hacer eso”, comentó.

“Ahí es como que caímos en cuenta que era real, que había posibilidades y luego de ahí nos llamaron a tres chicos para empezar a trabajar. La única experiencia que yo había tenido era de ayudante de albañil con mi papá”, rememoró.

Montenegro estuvo seis meses en esa empresa y luego fue contratado por Intive-FDV, donde inauguró el área de control de calidad, en 2010. Asimismo, hace dos años se convirtió en profesor en el nodo de Banfield.

Los "nahualeros", como se llama a los chicos que pasaron por esa capacitación, "son reconocidos por los sectores de RRHH de las empresas porque saben que no solo son muy buenos en la técnica sino que también son muy conscientes del factor humano", destacó Montenegro.

Stampella agregó que Nahual, donde todos los colaboradores son voluntarios, ganó entre otros reconocimientos un premio Sadosky, y que escaló sin manejar dinero: "Es un espacio donde la confianza en la comunidad es clave".

"No existen -continuó- flujos de aprobación ni jerarquías. Somos como un blockchain en la práctica, es la descentralización absoluta, nadie necesita pedir permiso de nada y todos se sienten parte de los valores".

Contacto

Si queres colaborar con Nahual o ser alumno podés escribir a sumate@nahual.co