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Entregaron los premios a los ganadores del concurso "Mi historia cotidiana"

ORGULLO Y EMOCIÓN. Con la presencia de 200 vecinos, distinguieron a seis participantes del prestigioso certamen literario.

Todos los concursantes recibieron un diploma de participación

Todos los concursantes recibieron un diploma de participación.

En un increíble marco, se llevó a cabo la entrega de premios y distinciones del concurso literario de microrrelato y fotografía "Mi historia cotidiana 2024", un evento organizado por la Secretaría de Cultura a través del área Literatura Lomas. El intendente Federico Otermín estuvo presente para entregar los reconocimientos a los vecinos que participaron y se destacaron con sus creaciones literarias.

La jornada cultural se desarrolló en el Salón Eva Perón del Municipio, contó con la presencia de más de 200 vecinos y familiares de los concursantes que fueron elegidos como los grandes triunfadores de la competencia literaria.

Apuntado para la participación de jóvenes y adultos, el concurso constaba de la entrega de un relato original e inédito con temática libre (donde el texto podía contar una historia real o ficticia), acompañado de una foto.

Luego de cuatro meses, entre el período de recepción de trabajos y del análisis de los relatos, el jurado integrado por las destacadas escritoras Sil Pérez, Graciela Vega y Patricia Pérez Novo eligió a los ganadores.

En la Categoría "A" (Jóvenes) el primer puesto fue para Priscila Silva, el segundo lugar se lo llevó Santiago Iglesias y el tercer escalón del podio fue para Sabrina Monsalvo. Por su parte, en la Categoría "B" (Adultos) se le otorgó el primer premio a Federico Guerra, el Segundo lugar lo obtuvo Luz Ríos Iribarne y la tercera distinción la recibió Elsa Wade.

Priscila Silva, ganadora de la Categoría "A", dialogó con La Unión y explicó que el momento en el que fue nombrada para recibir el diploma fue totalmente inesperado y que "no podía creer lo lejos que había llegado gracias al escrito". En su segunda participación (la primera vez, en 2022, se llevó una mención especial), Priscila logró ganar el primer lugar: "Es un total orgullo y un enorme progreso como escritora. Esto significa mucho para mí y para mis sueños ya me siento confiada y con ganas de seguir creciendo en el mundo de las letras".

"Fue una grata sorpresa haber recibido el primer puesto en un concurso tan prestigioso como lo es 'Mi historia cotidiana'. Luego de haber participado en otras oportunidades, esta vez pude conseguir un premio que me emocionó profundamente porque creo que, de esta manera, estoy dejando una huella que me llena personalmente", se sumó Federico Guerra, quien fue vencedor de la Categoría "B".

LOS RELATOS GANADORES

¿Hacia dónde voy? (Priscila Silva)

Varado un sábado por la noche, me acompañan las luces de aquella plaza. Una fría brisa aparece, al igual que el silencio que va ocupando el lugar; donde mires solo habrá un silencio infernal.

Miro hacia el cielo y me pregunto "¿Qué hago acá?" Totalmente perdido, sin un lugar a donde ir. Entonces veo lo que sostengo en mis dos manos: un cigarrillo y una cerveza tomada del suelo. Mis ojos observan mis ropas y, de la vergüenza, desvío la mirada hacia los puestos vacíos de lo que supuse que era una feria. Le doy una bocanada al cigarrillo y lo tiro por ahí, aun teniendo mi vista en aquellos puestos.

Al verlos, me hace pensar que esta plaza y todo aquello que la rodea se encuentra vacíos porque todos tienen ese lugar a donde ir. Hasta el ser más cruel y estúpido sabe dónde pertenece, ¿qué me impide tenerlo también? Pero caigo en la realidad, caigo en el suelo de la verdad, y la respuesta es simple: no pertenezco a ningún lugar.

Aire (Federico Guerra)

Parece tocar el cielo iluminado por esas últimas gotas de resolana que el atardecer de invierno envolvía en el interior del avión. Esa atmósfera densa, pesada y perezosa se aspiraba como en sorbos cargados. Daba somnolencia. De la ventana asomaba el ala que parecía cortar las nubes y nivelar el horizonte. Los tonos naranjas bañaban por completo a esa caja metálica que se sostenía tan liviana en medio del avance del crepúsculo.

Ese viaje, que pudo ser uno más, fue en suspiros. El trabajo de cada día agobia y aplasta. Cada tanto están estos paisajes de edén esperando a ser vistos y absorbidos. Dejar teléfonos, libros, revistas y preocupaciones. Sentirse libre cobijado solo por la melodía de la naturaleza que es perfecta. Un dejarse llevar. Hacer con esas nubes una bolsa para llenarla de tanta carga asfixiante. Ese viaje corto en tiempo, pero largo en distancia, puede ser una llave metálica para abrir la caja de los pesares y vaciarla ahí mismo. Y flotar despojado. Apenas arropado con lo simple. Apenas ser nosotros hasta, al menos, tocar el suelo.