Hoy cumpliría 50 años Rodrigo, el rey del cuarteto cordobés 

mundos personales . El artista, que logró que cuarteto sea un éxito arrasador en Buenos Aires, vivió una intensa y corta vida.

Rodrigo murió a los 27 años

Rodrigo murió a los 27 años.

El 24 de mayo de 1973, hace 50 años, nacía Rodrigo Bueno, un artista que alcanzó un enorme éxito, que tuvo una corta y acelerada vida y fue el responsable de que el cuarteto cordobés sea un furor en Buenos Aires. 

Hijo de un productor musical y de una compositora, y criado en el ambiente del cuarteto, tuvo un precoz debut discográfico a los 5 años, con un álbum infantil llamado "Disco Baby" y distintas colaboraciones con el grupo Chébere. 

A partir de 1987, Rodrigo grabó una gran cantidad de discos y actuó en las más reconocidas bailantas porteñas y del Conurbano. Por entonces, lucía una larga cabellera, ropa colorida, abordaba un repertorio romántico y aún su masividad no había estallado. 

Todo cambió a mediados de los '90, cuando decidió volver a sus raíces cuarteteras: el éxito fue instantáneo. 

Fue entonces que el joven cordobés se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en una figura de la farándula argentina. Además, la prensa chimentera se encargó de él luego de que protagonizara una seguidilla de mediáticos romances con varias famosas. 

Todos los programas querían tener a Rodrigo como invitado, desde Mirtha Legrand y Susana Giménez hasta la "Biblia y el Calefón", donde el artista hablaba de todo sin mayores rodeos. 

Para el cuarteto, los escenarios porteños eran un territorio hostil, incluso para la Mona Jiménez que reinaba a sus anchas en Córdoba, y Rodrigo logró que el tradicional género cordobés sea un furor en Buenos Aires y que sus canciones suenen boliches y en todas las fiestas. 

Uno de los primeros grandes éxitos "Himno del cucumelo", de Las Manos de Filippi, no paró de sonar. Luego acumuló hits como "Lo mejor del amor", "Soy cordobés", "El amor sobre toda diferencia social", "Y voló", "Cómo olvidarla" y "La mano de Dios". 

El combo se completaba con el clásico perfil de un tipo fachero y carismático y de un artista del Interior que conquistó Capital y hacía alarde de esta condición.

Poco antes de su muerte, en abril de 2000, Rodrigo vivió el momento culminante de su carrera cuando llenó 13 estadios Luna Park. Rodrigo, por entonces, no detenía su marcha y sus giras se habían extendido a varios países de América latina, cuando decidió hacer un alto en su carrera. Había anunciado un concierto en River para fines de 2000 y luego se iba a dedicar a producir, pero sin pisar los escenarios. 

Con su vertiginoso ascenso, su vida terminó con sólo 27 años el sábado 24 de junio de 2000, cuando se estrelló la camioneta en la que viajaba junto a un grupo de colaboradores y amigos, en la Autopista Buenos Aires-La Plata.

En el accidente murió Fernando Olmedo, el hijo de Alberto, al que había conocido horas antes y lo había invitado a su show. Marcela Pacheco, por entonces su pareja, y Ramiro, el pequeño hijo de ambos, sobrevivieron. 

Rodrigo fue velado en la Municipalidad de Lanús, donde concurrió una multitud a pesar de la lluvia que no dio tregua en esa jornada. Como suele ocurrir en estos casos, tras su trágica y precoz muerte el furor recrudeció por un largo tiempo e incluso su vida fue llevada al cine y sus clásicos nunca dejaron de sonar. 

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