Recuerda a su abuelo, un héroe anónimo de 1924
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Rubén Díaz habla con orgullo del guardabarreras que fue arrollado por un tren tras salvarle la vida a un niño.
Rubén Díaz trabaja como seguridad del Instituto Sáenz (Saénz 740, Lomas) y lleva a cuestas un drama familiar con sabor a orgullo: su abuelo se convirtió en héroe al evitar que un niño fuera arrollado por un tren. Pero en ese esfuerzo, él perdió la vida.
Corría el año 1924 cuando su abuelo, Juan Pedro Díaz, trabajaba como guardabarreras en el paso de 9 de julio, en Temperley, antes de que existiera el paso bajo nivel. El 18 de octubre fue a trabajar como cualquier día sin saber que iba a tomar la decisión más importante -y al mismo tiempo trágica- que pudiera existir.
Un niño quedó atrapado en las vías, cuando el tren estaba por llegar. Entonces, él bajó de su garita para socorrerlo. Lo salvó, pero él quedó bajo las ruedas de la locomotora y murió. “Para mí es un héroe, es un ejemplo de vida. Es muy gratificante hablar de él”, señaló Rubén.
El Diario La Unión publicó esa noticia y Rubén conserva el recorte periodístico como si fuera oro, porque es lo único que tiene de su abuelo. “Un guardabarrera, por salvar a un niño, muere bajo las ruedas de un tren”, titulaba La Unión aquella tragedia.
Al momento de morir, su abuelo estaba en un buen momento: tenía 28 años, se había casado hacía un año con Catalina Benito de Díaz, quien estaba embarazada de un mes. “Él no reparó en el hecho de que iba a ser padre al momento de salvarle la vida al niño. Mi papá nació huérfano”, remarcó Rubén, un trabajador lomense que fue durante 30 años
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