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Militantes siguen minuto a minuto la primera jornada del juicio desde el ex Pozo de Banfield

UN DÍA HISTÓRICO. "Entendemos que era simbólico y necesario estar en el espacio", señaló Daniel Prassel, uno de los integrantes de la Mesa de Trabajo del exPozo.

Reunidos alrededor de un televisor, con todas las precauciones que requiere el contexto, integrantes de la Mesa de Trabajo del Ex Pozo de Banfield se encuentran siguiendo el inicio del juicio desde el lugar donde ocurrió todo, la antigua dependencia de la Brigada de Investigaciones de Banfield de la Policía Bonaerense que entre 1974 y 1978 funcionó como un centro clandestino de detención, y hoy es un Espacio de Memoria.

Con barbijos, máscaras protectoras y distanciamiento, un puñado representativo de vecinos y militantes se encuentran desde esta mañana siguiendo por streaming la primera jornada del megadebate oral que comenzó este martes en el Tribunal Oral Federal N° 1 de de la ciudad de La Plata. "Entendimos que era simbólico y necesario estar en el espacio", le dijo Daniel Prassel, referente de la Mesa, esta tarde a La Unión.

"Hoy es un día histórico. Acá estamos bancando y acompañando este momento histórico con mucha militancia y convicción. Esto es un hito en la memoria colectiva de Lomas, por eso estamos acá, presentes, ya que muchas y muchos no pudieron llegar", señaló Prassel luego de escuchar la primera parte de los autos de elevación contra 18 represores por 442 casos de delitos de lesa humanidad.

En el banquillo se sentaron el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz; Jaime Lamont Smart, quien fuera ministro del Gobierno de facto de la provincia de Buenos Aires durante la dictadura; el ex comisario Juan Miguel Wolk, que espera el debate preso en su casa de Mar del Plata, sin condena, y el exmédico policial Jorge Berges, entre otros.

Se espera que declaren 500 personas a lo largo de todo el debate que, por lo pronto, contará con una audiencia semana todos los martes.

Según la requisitoria de elevación a juicio leída en esta primera audiencia: "El Pozo de Banfield se destacó por ser un lugar donde se practicó la tortura sistemática en condiciones de detención afines, siendo la violencia sexual una modalidad integrada en el elenco de actos que convergieron en el intento deshumanizante de la persona detenida".

"Fue un ambiente donde la idea de la desaparición fue llevada a extremos tendientes a incidir en la descendencia de la persona desaparecida", se leyó y en ese marco, se instaló allí una "maternidad clandestina" "en la que tuvieron comienzo de ejecución los actos tendientes a sustraer, ocultar y cambiar la identidad de los hijos e hijas de los y las detenidas".

El fiscal Hernán Schapiro comentó que "este juicio llega para echar luz sobre una parte esencial del Circuito Camps, para escribir el capítulo que faltaba sobre el funcionamiento de esa red de terror. Es un eslabón fundamental, muy esperado, postergado varias veces, y el que presumimos es el más grande de todos los que funcionaban en el circuito".

El Pozo de Banfield es, quizá, el centro clandestino más grande que funcionó en la provincia de Buenos Aires en el marco del Circuito Camps, con los genocidas Ramón Camps y Etchecolatz a la cabeza.

Familiares y sobrevivientes presentaron la primera denuncia en el año 84. "Luego de la reapertura de las causas, recién en 2012 logramos que el primer tramo elevara a a juicio. Lamentablemente esto redundó en impunidad biológica, para muchos de los imputados", apuntó Guadalupe Godoy, la abogada querellante integrante de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre que acompañó ese largo camino.

Desde entonces, tres represores involucrados en los crímenes de Banfield y Quilmes fallecieron sin ser juzgados.

En esta jornada histórica militantes se concentraron en la puerta del ex Pozo donde colgaron banderas de la agrupación HIJOS y dos pasacalles con dos lemas más que significativos. Uno representativo de la Mesa del ex Pozo y otro que tiene tiene una frase contundente: "Memoria, verdad y que ahora hable la justicia", dice.

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