Por qué se recuerda el Día Internacional del Periodista

mundos personales . En Argentina se celebra el 7 de junio, pero además cada 8 de septiembre se reconoce justicieramente a la figura de Julius Fucik.

En Argentina se conmemora el Día del Periodista el 7 de junio, en memoria de Mariano Moreno, el fundador de la Gazeta de Buenos Aires, mientras que quienes se ganan la vida con este oficio también tiene una fecha de reconocimiento internacional por la figura de Julius Fucik. 

Allá por 1958, durante el IV Congreso de la Organización Mundial de Periodistas (OIP), que tuvo lugar en Bucarest, se estableció el 8 de septiembre como Día Internacional del Periodista en honor y conmemoración al fallecimiento de Julius Fucik, un escritor y periodista checoslovaco, que fue ejecutado por los nazis en 1943.

La fecha está destinada a resaltar la importancia de la profesión del periodismo en su labor de buscar la verdad y en defensa de la libertad de expresión.

Julius Fucik había nacido febrero de 1903 en Praga, por entonces la capital de Checoslovaquia. Estudió filosofía y en 1921 ingreso en las filas del Partido Comunista. 

Luego comenzaría escribiendo artículos teatrales y literarios. Posteriormente, sería redactor de reportajes sociales y culturales publicados en el periódico Rude Pravo y la revista Tvorba, ambos de ideología comunista.

Debido a su militancia y escritos a favor del comunismo y en contra del fascismo, fue detenido en múltiples oportunidades. Aún siendo perseguido, continuó con su trabajo de redactor y activista, pero desde la clandestinidad y utilizando el pseudónimo de "Doctor Horak". Para ese tiempo el ejército nazi ya había ocupado Checoslovaquia.

Mientras que en abril de 1942, es detenido por la Gestapo (policía secreta de la Alemania Nazi) y trasladado a Berlín, luego lo llevarían a la prisión de Pankrác, en Praga donde fue torturado y decapitado en 1943. Sin embargo, mientras se encontraba vivo logró sacar de la cárcel un reportaje denominado "Al pie de la horca".

Mientras Fucik se encontraba recluido en la celda 207 de la prisión Pankrác, un guardia de las SS de origen checo que lo llevaba a la celda entabló conversación con él y posteriormente le trajo un lápiz y un papel que no quiso utilizar por temor a que se tratase de una trampa.

Sin embargo, con ellos escribiría hoja por hoja "Al pie de la horca". Un reportaje que cuenta sobre las condiciones y vida de la prisión: personas, torturas, salas y sentimientos. Estos escritos serían recopilados y publicados con posterioridad a su muerte. 

El 9 de junio de 1943, escribiría su último testimonio "Un trozo de historia", ya que estaba convencido de que no tendría otra ocasión de escribir puesto que esa misma noche lo llevarían al Tribunal, al Reich y otros. 

Al finalizar el texto diría: "También mi juego se aproxima a su fin. No puedo describirlo. No lo conozco. Ya no es un juego. Es la vida. Y en la vida no hay espectadores. El telón se levanta. Hombres: os he amado. ¡Estad alerta!".

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