La Unión | SOCIEDAD

Alquiló una pieza y tuvo que convivir más de 10 días con su inquilino muerto

EN INGENIERO BUDGE. Xina Florian vivió una pesadilla cuando descubrió que al hombre al que le alquilaba una pieza en el fondo murió.

Xina Florian y su familia vivieron una pesadilla en su casa de Ingeniero Budge. El inquilino al que le alquilaba una de las piezas durante la cuarentena murió y tuvo que convivir con el cuerpo en estado avanzado de descomposición durante más de 15 días. Recién después de una larga procesión por comisarías, tribunales y oficinas logró que retiraran los restos.

La peripecia llegó a su fin cuando personal de la Policía Científica y del Municipio de Lomas se hicieron presentes en el lugar para recoger al fallecido y quitar sus pertenencias. Para Xina y sus vecinos fue todo un alivio, porque por casi dos semanas tuvieron que vivir envueltos de un hedor insoportable y la sensación de estar dentro de una película de terror.

El fallecido fue identificado como Carlos Gamboa, de 40 años, y trabajaba de costurero. Según coinciden los vecinos, el hombre de nacionalidad peruana "era conocido" en el barrio 6 de Agosto, donde existen varios talleres en las proximidades de la feria de La Salada.

La odisea Xina comenzó cuando sintió un olor muy fuerte que provenía del fondo de su casa. Al principio pensó que se trataba de "una bolsa de basura", pero luego comprendió que venía del cuarto de su inquilino. Un día, como no tenía noticias de su inquilino hace rato, decidió ir hasta la pieza y se encontró con un dramático escenario.

"Con la linterna me fui hasta el cuarto del fondo y pude verlo por la ventana. El señor estaba acostado en su cama. Jamás me imaginé que podía estar muerto", contó.

Llamó al 911 y la policía se acercó hasta la casa. Rompió la cerradura de la puerta y entró a la pieza. A los pocos minutos llegó una ambulancia hasta el lugar. Los médicos revisaron a Carlos y determinaron que todo indicaba que había fallecido por causas naturales. "Llevaba más de 10 días fallecido", le aseguraron los médicos y la policía.

A partir de ahí, comenzó el verdadero calvario para Xina. Como no se trató de un crimen ni el hombre se había quitado la vida, para retirarlo del lugar debía intervenir su familia, ya sea con una cochería, a través de una obra social o haciendo trámites por su cuenta. Eso nunca sucedió.

Entonces Xina fue a la comisaría de la zona y ahí le preguntaron si tenía plata para poder conseguir la autorización de un médico forense. Como no tenía continuó su odisea.

Fue hasta el Palacio Municipal y ahí le dieron todos los datos de adónde debía llamar, pero no tuvieron más noticias de la mujer. Pasó por el Cementerio y no obtuvo respuesta. Intentó en Tribunales y lo mismo. Por eso desesperada decidió visibilizar el caso.

Mientras tanto, a medida que pasaban los días, en el barrio el clima comenzaba a volverse tenso. Los vecinos colgaron banderas en la puerta de su casa con quejas y hasta algunos amenazaron con irrumpir en el cuarto, levantar el cuerpo y dejarlo en la vía pública.

Por el hedor que había en el lugar, Xina se vio obligada a sacar a sus hijos de 12, 10, 8 y 2 años de su cuarto y los puso a dormir en el cuarto donde ella duerme con su marido, Luis, y su beba de un año y medio. "No podíamos dormir con el muerto al lado", comentó.

Finalmente, después de casi una semana, llegó la solución. "Fue una lucha impensada", resumió Xina que nunca imaginó que alguna vez iba a vivir algo igual.

Temas Relacionados