Cuando las figuras célebres les escribieron a sus madres

mundos personales. Se publicó un libro que compila más de un centenar de misivas que las celebridades les enviaron a sus progenitoras. 

"Cartas a la madre", editado por Plan B, compila más de un centenar de cartas que enormes figuras de la historia les enviaron a sus respectivas madres.  

Una de las cartas es la escrita por la militante católica Julia Ward Howe en 1870 como reacción a la barbarie de la Guerra Civil y en homenaje al papel destacado que desempeñaron las mujeres. Impulsó un movimiento que resultó decisivo para que el presidente estadounidense Woodrow Wilson instituyera esta celebración en 1914.

Entre las cartas que son una declaración de amor filial, el libro incluye la del escritor francés Honoré de Balzac a su madre en 1832: "¿Podré jamás compensarte con ternura y amor todo lo que tú haces por mí?", o del poeta y líder independentista cubano José Martí a la suya, en 1894: "Con usted se me escapa el alma".

También el poeta español Miguel Hernández le decía a la suya en 1942, desde la prisión: "Madre, me acuerdo mucho de ti. No sufras, come, cuídate y ya vendrán mejores tiempos".

El compositor alemán Richard Wagner estaba convencido que, si todo lo demás le abandonara, su madre seguiría siendo su último "y más querido refugio". Y Louisa May Alcott le dice a la suya, tras acabar de escribir la novela "Mujercitas": "Si alguna vez hago algo de lo que pueda estar orgullosa, mi mayor felicidad será poder agradecértelo".

Madre, me acuerdo mucho de ti. No sufras, come, cuídate y ya vendrán mejores tiempos.

En otra misiva, el economista británico Adam Smith le escribe a un amigo tras la muerte de su madre: "La separación definitiva de una persona que me quería más que lo que cualquier otra me querrá nunca es como si alguien me hubiera asestado un fuerte golpe".

En varias de las cartas, las progenitoras se convierten en confidentes de estas grandes figuras de la historia universal. Por ejemplo, el escritor francés Guy de Maupassant, que le dice a su mamá en 1873: "Me encuentro tan perdido, tan aislado y tan desmoralizado, que me veo obligado a pedirte algunas buenas palabras". O García Lorca, cuando le cuenta que "el que va por malos caminos, mamá, es porque es mala persona y canalla".

Y las de María Antonieta, contándole a la suya sus síntomas de embarazada y su tristeza por estar separada de ella; o la de Eugenia de Montijo, hablando a su madre de la muerte de su hijo: "Nadie puede reemplazar al hijo que era toda mi vida".

Hay casos en los que la madre no es una persona cercana a sus hijos, sino que mantiene una relación conflictiva con ellos. Ejemplo de estas situaciones son cartas como la de Honoré de Balzac: "Siempre serás como una gallina que ha incubado el huevo de un ave extraña al gallinero" o lo que dice el poeta británico Lord Byron a su hermana sobre su madre: "¿Debo llamar madre a esta mujer?".

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