La historia de José Grinberg, un oftalmólogo muy querido

LA PALABRA DE SU HIJA. En las redes, muchos vecinos están pidiendo que el nuevo centro de salud del Municipio lleve su nombre. Un médico que dejó una huella imborrable.

El Municipio le propuso a los vecinos que elijan el nombre del nuevo Hospital Oftalmológico que se inaugurará en Lomas. Uno de los más votados hasta el momento es José Grinberg, un médico que dejó una huella imborrable en la comunidad.

José nació en 1919 y era hijo de una familia de inmigrantes que vivía en Puán, un pueblo cercano a Bahía Blanca. En 1933 viajó a Buenos Aires para hacer la secundaria en el Colegio Mariano Moreno y en 1939 ingresó en la Facultad de Medicina de la UBA. Cuando se recibió sus padres ya se habían instalado en una casa ubicada sobre 9 de Julio e Yrigoyen, en Turdera. 

"Comenzó su tarea como médico clínico en Turdera, donde en ese momento había mucha calles de barro, y luego hizo la especialidad en oftalmología", contó su hija Claudia Grinberg, quien agregó: "Tuvo un consultorio en Meeks, después pasó a 9 de Julio y luego construyó su casa en Yrigoyen al 10800. Ahí tenía un consultorio que al comienzo era a puertas abiertas: la gente entraba, se sentaba y esperaba a ser atendida".

Durante muchos años se dedicó de lleno a la oftalmología y se jubiló en 1996 rondando los 80 años. "Hacía muchísimas cirugías de manera tradicional porque era una época en la que no existía la tecnología. Gran parte de Turdera, Lomas, Monte Grande y Lanús se atendió con él porque fue médico del Hospital Evita desde que se creó. Era muy conocido y respetado", remarcó Claudia.

José tuvo tres hijos (Claudia, Aníbal y Beatriz), cinco nietos y muchos bisnietos que nacieron después de su fallecimiento en 2007. "Los nietos tienen un gran recuerdo de su abuelo Pepe, que siempre estuvo muy presente en la familia. Les encantaba ir al consultorio y a mí también, de hecho siempre esperaba el día que faltara la secretaria para poder ir a ayudarlo", recordó la más chica de los tres hermanos.

Además de un excelente profesional, Pepe era muy estudioso y lector. "Tenemos una biblioteca repleta de libros. Todas las mañanas se levantaba, hacía ejercicio y leía tanto el diario La Unión como La Nación. En el caso de La Unión lo hacía de atrás para adelante y se fijaba en los avisos fúnebres para saber si había fallecido alguien conocido y pasar por el velatorio después de trabajar en el consultorio", señaló Claudia. 

En la publicación que figura en las redes del Municipio hay muchas personas que proponen al Dr. Grinberg como nombre para el hospital. "Vimos la convocatoria y empezamos a circularla junto a un grupo de vecinos que lo viene pidiendo. Es evidente que dejó una marca porque hacía la cosas con amor y tenía una vocación increíble por la oftalmología", destacó su hija, y agregó: "Siempre que voy a un lugar y digo mi apellido, la gente me pregunta si era algo del doctor".