La solidaridad, un don necesario que debe contagiarse

LABOR INDISPENSABLE. En el Día de la Solidaridad en Argentina, dos instituciones lomenses contaron lo que significa vivir con un propósito bien marcado: ayudar al prójimo.

En homenaje al nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta, una de las máximas referentes de paz y solidaridad en todo el mundo, es que hoy se celebra el Día de la Solidaridad en Argentina. Una fecha muy importante, sobre todo en medio de la pandemia, donde las necesidades se acrecentaron, como así también la cantidad de héroes que dedican su tiempo y esfuerzo por ayudar sin pedir nada a cambio.

Éste es el caso de Mercedes García y Cecilia Ayala, dos vecinas integrantes de instituciones como Ayudar Dar y Pequeños Gigantes, quienes revelaron qué significa la palabra "solidaridad" en su vida cotidiana, la importancia de "no quedarse con los brazos cruzados" y la necesidad de contagiar este valor en la sociedad.

"La solidaridad es la felicidad más grande que siente mi corazón, una fuerza interior inexplicable", resumió Mercedes García, integrante de la ONG Ayudar Dar, quienes realizan colaboraciones de todo tipo, como donaciones de juguetes o asistencia a comedores, merenderos y familias carenciadas, siempre enfocándose mayoritariamente en los niños.

La solidaridad es la felicidad más grande que siente mi corazón, una fuerza interior inexplicable.

Cecilia Ayala es, junto a su hermana Gabriela, una de las referentes del Merendero Pequeños Gigantes de Santa Catalina, otra institución que no para de repartir amor y solidaridad, incluso en medio de la pandemia. Pese a que no puedo poner en pocas palabras el significado de este valor, dijo que la solidaridad "es un don necesario y un ejemplo que les inculcó su padre" y un trabajo con mucha satisfacción. "El merendero fue mi cable a tierra luego de que mi papá falleció, en julio del año pasado. Puse mi cabeza en una tarea que amo demasiado", acotó.

En pandemia y cuando los vecinos más lo necesitaban, tanto Ayudar Dar como Pequeños Gigantes hicieron un trabajo digno de destacar. "No me podía quedar de brazos cruzados en mi casa cuando sabía que había gente que la estaba pasando mal por culpa de este virus. Ahí mi vocación de servicio se acrecentó", dijo García. "Asistimos a 180 chicos y adultos en las meriendas, mientras que a la hora de los almuerzos el número asciende a 300, porque es para toda la familia", se sumó Cecilia.

El merendero fue mi cable a tierra luego de que mi papá falleció, en julio del año pasado. Puse mi cabeza en una tarea que amo demasiado.

"Ama hasta que te duela. Si te duele es una buena señal" es una de las tantas frases que dejó como legado la Madre Teresa de Calcuta. Cecilia comparte al cien por cien estas palabras: "Uno ayuda y se encariña con cada caso, lo toma como propio". Por su parte, "Mechi" sostuvo que "es más bendito el queda que el que recibe".

Cecilia y "Mechi" coincidieron en que la ayuda al prójimo como valor debe ser contagiada a más personas para lograr mejores seres humanos.

Cecilia y "Mechi" coincidieron en que la ayuda al prójimo como valor debe ser contagiada a más personas para lograr mejores seres humanos, empezando por la familia, los amigos y los allegados, lo que indirectamente fomenta la colaboración, en una especie de cadena solidaria.

Para finalizar, Cecilia no se olvidó de las personas que son como ella y como Mercedes, aquellos que reparten solidaridad a diario: "Mis felicitaciones para todos, este trabajo lleva mucho tiempo y esfuerzo, pero una sonrisa o un 'gracias' como paga no tiene precio".