Esteban Laureano, el otro Maradona

Mundos personales .

 

Esteban Laureano Maradona fue un médico argentino, al margen de explorar en otras áreas, portador de un apellido extremadamente popular en todo el mundo, pero que no tiene ningún lazo familiar con Diego.

En homenaje a este trabajador de la salud, cada 4 de julio se celebra en Argentina el Día Nacional del Médico Rural.

Esta fecha fue instituida por la Ley Nº25448, en conmemoración al nacimiento del doctor Esteban Laureano Maradona, “en recuerdo de su vida ejemplar, que se une a la de todos los médicos rurales argentinos cuyas historias anónimas nos esconden sus nombres y sus desvelos”.

Había nacido en Esperanza, el 4 de julio de 1895 y su vida se apagó en Rosario, 14 de enero de 1995, a los 99 años.

Pasó su infancia en Barrancas, a orillas del río Coronda. "Vivíamos aislados de todo centro poblado y mi familia, que era muy religiosa, nos enseñaba a leer y escribir. Y pasábamos el tiempo en los montes, cazando en las costas del río, pescando. Éramos siete hermanos, y vivíamos en un estado natural, como los indios", recordó en una oportunidad.

Recibido de médico en 1926 en la Universidad de Buenos Aires, Maradona abandonó la Capital Federal en 1930, luego del golpe de José Félix Uriburu, y se trasladó a Formosa, donde es perseguido por sus críticas al régimen de facto, lo que lo obliga a emigrar a Paraguay.

Preso en Asunción durante varios meses, ya que es tomado por espía, se incorporó como médico de la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, para regresar en 1935 a la Argentina.

En Asunción se enamoró de Aurora Evali, sobrina del presidente paraguayo, quien murió de fiebre tifoidea sin requerir, por novelesco pudor, los servicios del novio médico. Maradona no se recuperó nunca de ese amor truncado.

Camino hacia Buenos Aires, donde pensaba abrir un consultorio, el tren se detiene en el poblado formoseño de Estanislao del Campo, donde sus servicios son requeridos por un parto con complicaciones, motivo por el cual pierde la formación y decide establecerse hasta los 90 años en ese pueblo.

Cuando llegó Maradona la provincia tenía registrados dos médicos en todo su territorio, además de un veterinario con permiso para el tratamiento de enfermos.

Amaba la pobreza y despreciaba el confort, vivía en un rancho sin luz eléctrica por decisión propia, consagró su vida a la atención de gente sin recursos y realizó también investigaciones sobre botánica y fauna de la región.

Colaboró con las comunidades Pigalá y otros pueblos originarios incluso por fuera de la medicina, en lo económico, cultural, humano y social.

“Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, éste es bien limitado, yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”, dijo con modestia.

Sus últimos años transcurrieron en Rosario, en la casa que le brindó su sobrino nieto, José Ignacio Maradona. Lúcido hasta su muerte, recibió en sus últimos años múltiples reconocimientos.

Su vida está documentada en "Maradona: médico de la selva", un film de Martín Se

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