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Veinte años sin Luis Cardei, un gorrión porteño

Luna y misterio .

El 18 de junio de 2000 fallecía este artista a sus 55 años, que tuvo un reconocimiento tardío y que fue descubierto para el público masivo recién cuando promediaban los ’90.

Su tardío salto a la popularidad en el mundo del espectáculo, y en especial en el mundillo tanguero, y su precoz muerte, quizás, fueron los motivos por lo que Luis Cardei no tuvo el reconocimiento que hubiera merecido y el que tampoco le brindaron en forma póstuma, como sí ocurrió con otros artistas.

Este artista falleció el 18 de junio de 2000, hace exactamente 20 años, cuando tenía sólo 55 años y una vida con luces y sombras.

La vida no fue fácil para Luisito y los problemas de salud nunca le dieron tregua. Este hermoso personaje porteño contrajo hemofilia y también sufrió múltiples operaciones para que pueda mejorar su motricidad. Por estas circunstancias, recién pudo caminar cerca de los 12 años, lo que lo alejo de los juegos naturales de la infancia, pero pegó a la radio y al tango.

En su niñez comenzó imitando a los cantores de tango que le traía el éter y luego, alentado por una consecuente barra, comenzó a apuntarse a concursos de tango para artistas amateurs y allí comenzó a destacarse.

Mientras se ganaba la vida levantado quiniela o con otros rebusques, Lusito no bajaba la guardia y se presentaba en lugar de poca monta y por algunas chirolas, como en piringundines del bajo porteño y en "La esquina de Arturito", una cantina de Parque Patricios, siempre acompañado del fueye de su inseparable Antonio Pisano.

Luisito no tuvo la estampa ni la pinta de otros cantores, tampoco una voz potente y plagada de recursos técnicos como otros de sus colegas. Lusito fue un gorrión porteño, una suerte de recitador, de decidor que convirtieron a su estilo en único a partir de cuerpo frágil y enfermizo. Su interpretación de “Los cosos de al lao’” se convirtió en un clásico de su repertorio y nadie podía ya cantarla como él.

En 1994 fue descubierto y dio un salto a la popularidad cuando los dueños del Foro Gandhi y El Club del Vino le propusieron cantar para otros públicos, los que lo adoptaron rápidamente.

Tres años después cuando ya había grabado dos discos, Pino Solanas lo convocó para cantar en su película "La nube". A partir de ahí pasó a jugar en Primera, cuando había pasado los 50 abriles y cuando su salud lo seguía golpeando duro.

A pesar de tener cierto reconocimiento del público, de los medios y de sus propios colegas, Luisito siguió siendo el mismo y no dejó nunca su barrio de Villa Urquiza ni a sus amigo de siempre. Esa fama incipiente no le cambió los planes de vida y seguía con la misma humildad de otros tiempos.

Ya había logrado grabar su tercer álbum cuando la vida le dio el golpe de KO. Luisito debió recibir transfusiones de sangre por doquier para tratar su hemofilia y un de estas transfusiones contrajo una hepatitis C, la que provocó su muerte.

La imagen de Lusito, junto con el bandoneón Antonio Pisano, es imborrable y un artista como él es único e irrepeti

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