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La Reserva Ecológica Saladita Norte de a poco va dando señales de vida

MEDIO AMBIENTE. Especialistas de la Universidad de Avellaneda encontraron 11 especies de libélulas de las 35 que existen en la ciudad y registraron un avance en la vegetación.

La reserva ecológica municipal Saladita Norte de a poco va dando señales de nueva vida. Especialistas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) registraron la presencia de insectos, avance en la vegetación y una mejora en la calidad del agua de la laguna.

El monitoreo de la biodiversidad en el humedal, ubicado en la localidad de Dock Sud, se realiza periódicamente todos los meses como parte del proyecto de recomposición y conservación del predio que durante años estuvo abandonado por las autoridades.

Estos terrenos, que a principios del siglo XX fueron pensados como parte del puerto, durante mucho tiempo funcionaron como un inmenso basural clandestino a cielo abierto: a fines de 2019, por ejemplo, se retiraron 210 toneladas de residuos y se reflotaron autos sumergidos.

A partir de la limpieza del espacio se reimplantó flora autóctona y plantas acuáticas nativas para ayudar en el proceso de autodepuración y descontaminación del medio ambiente.

Los profesionales del Laboratorio de Biodiversidad y Genética Ambiental de la Universidad explican que preservar la flora acuática brinda importantes beneficios ecosistémicos: “Purificación de agua y aire; reciclado de nutrientes, mejora el hábitat para especies y favorece la conservación de la diversidad genética, además de generar la fitorremediación”.

El rol de los técnicos de la Undav consiste en el registro de las condiciones de la reserva y la recopilación de información respecto a la variedad y cantidad de insectos que habitan en la laguna. El registro permite determinar la evolución de la “salud ambiental” del espacio.

“En Avellaneda existen unas 35 especies de libélulas y acá encontramos ya 11. De hecho hoy registramos una nueva especie, lo que habla muy bien de la recuperación que está teniendo el humedal”.

Uno de los bichos registrados para este trabajo es el alguacil o libélula. Sobre la presencia de estos insectos en Saladita Norte, el director del Laboratorio, Javier Muzón, afirmó: “En Avellaneda existen unas 35 especies de libélulas y acá encontramos ya 11. De hecho hoy registramos una nueva especie, lo que habla muy bien de la recuperación que está teniendo el humedal”.

La iniciativa llevada en conjunto con la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar) tiene por objetivo la recuperación y puesta en valor del primer humedal natural de Avellaneda con intervención técnico-científica que monitoree servicios ecosistémicos a través de indicadores ambientales para evaluar la recomposición y conservación.

Tanto la laguna que forma parte de la Reserva Municipal como la que se encuentra más al sur se originaron a principios del siglo XX con las excavaciones realizadas para la construcción del Puerto de Dock Sud.

Originalmente era una zona de bañados que fue dragada para la creación de dársenas, y al quedar abandonada, la recolonizaron comunidades naturales.

Actualmente, la laguna no tiene conexión con el río y la fuente de sus aguas es la capa freática y las precipitaciones, lo que es importante ya que permite mantener bajo su nivel de contaminación. A partir de la Ordenanza Municipal Nº 13703 sancionada el 25 de octubre de 1999, los terrenos pasaron a ser “Zona de Reserva Ecológica”.

Ubicada en la localidad de Dock Sud, se encuentra relativamente cerca de otros ambientes naturales, protegidos o no, como la Reserva Ecológica Costanera Sur (aproximadamente a 6 Km.) y los bosques y bañados ribereños de Villa Domínico en la costa de Avellaneda, antigua zona de quintas. Esta situación facilita el desplazamiento de especies entre ellas.

La laguna tiene una superficie aproximada de 6 hectáreas (ha) y ocupa la mayor parte de las 9 de la zona de reserva. Debido a su origen, tiene una forma casi rectangular, con su eje mayor (500 m) orientado norte-sur lo que favorece la circulación del viento que facilita la aireación y limpieza de las aguas de la laguna. Su geometría le confiere una importante extensión de costa (1100 m), lo que juega un rol determinante en el desarrollo de vegetación palustre en sus oril

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