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Caso Érica Soriano: siguen "la pista de los crematorios"

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La Justicia ordenó investigar a los allegados de Daniel Lagostena.

El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 9 de Lomas de Zamora ordenó profundizar la “pista de los crematorios” e investigar a los allegados de Daniel Lagostena, condenado a 22 años de prisión por el homicidio de Érica Soriano, cuyo cuerpo se encuentra desaparecido desde 2010.

Los jueces dieron a conocer ayer los fundamentos de la sentencia emitida hace tres semanas y en su resolución recomendaron extraer testimonios y escuchas recogidas durante la causa para investigar quiénes participar en el ocultamiento del cuerpo sin vida de Soriano.

Las pruebas más contundentes apuntan contra casas funerarias de la zona Sur y el crematorio del cementerio municipal de Lanús. E involucran a Viviana y Lorena Lagostena (hermanas del condenado), Gilberto Vázquez, su excuñado, Braian y Elías Poublan, Joan Manuel Fontela, Leonardo de Simone, Gabriel De Lio y Viviana Correa.

Los últimos tres durante el juicio expusieron sobre “el ambiente” de los crematorios. De Lio, que trabaja hace 20 años en casas velatorias, comentó que “en el ambiente funerario se rumoreaba que se hacían desaparecer cuerpos en el Cementerio de Lanús”.

Una escucha telefónica realizada hace ocho años cimenta la sospecha de una eventual “mafia” integrada por empresas funerarias y responsables del crematorio municipal.

En la desgrabación de aquella conversación telefónica, que figura en la página 1163 de uno de los expedientes consta lo siguiente: “Se ha quemado una persona y la empresa desconoce su identidad. No se han presentado los certificados de defunción que, por ley, se exigen para realizar ese acto”.

Así, la gerenta de una empresa funeraria de Lanús le contaba a un colega que en el horno del cementerio local había sido cremado el cadáver de una persona sin que quedaran registros de ello y sin los documentos que exige la ley.

A partir de esto la Justicia busca determinar si en el horno del cementerio de Lanús se hicieron desaparecer uno o más cuerpos gracias a certificados de defunción falsificados.

La sospecha es que allí existió una organización que, a cambio de dinero, facilitaba los medios para convertir un cuerpo en cenizas y hacerlo desaparecer. Uno de ellos podría haber sido el de Érica Sori