La Unión | De puño y letra

Einstein y unas extrañas vacaciones en Llavallol

DE PUÑO Y LETRA.

Pleno verano en zona Sur. Aunque mucho queramos al barrio, hay que reconocer que lejos están nuestros pagos de ser un destino turístico apetecible. Pasar enero acá no es la opción ideal. Pocos -casi nadie, diría- tienen en cuenta a Lomas y sus alrededores como una opción de alojamiento durante los meses de calor. Menos aún los extranjeros, que por obvias razones eligen la Capital.

Pero como ya les he contado, algún tiempo atrás esto no era tan así. Casi 94 años atrás, la pequeña localidad de Llavallol fue el lugar elegido para vacacionar por una de las personas más famosas del mundo: Albert Einstein. Sí, aunque parezca increíble, el célebre científico alemán vino unos días a descansar a nuestra zona.

La visita del físico más famoso a Argentina se dio en marzo de 1925. El hombre que revolucionó la ciencia al enunciar la teoría de la relatividad había llegado al país invitado por el diario La Prensa, que le organizó una visita a la Universidad de Buenos Aires y reuniones con referentes de la ciencia y la cultura de la época. Entre esos referentes se encontraba el matrimonio Wasserman, que alojó a Einstein en su mansión de Belgrano. Tras asistir a varios agasajos y a dar charlas en la UBA, en Rosario y en Córdoba, el alemán se quiso tomar una semana de descanso.

Así fue como llegó a nuestro Partido. Los Wasserman, sus anfitriones, le ofrecieron la cabaña que tenían en el sur del Gran Buenos Aires para que disfrutara de la tranquilidad de la zona. Para esa época, en Llavallol apenas había algunas casas quintas. Y mucho verde.

La cabaña en cuestión estaba ubicada en el lugar donde hoy funciona el Instituto La Milagrosa, en Moldes y Néstor de la Peña. Cuentan los historiadores que el físico solía recostarse a leer y a tocar el violín en el pasto y que salía a recorrer las calles de tierra al atardecer. Los que lo vieron recordaban que siempre andaba con su traje gris y su enmarañada cabellera blanca, “algo distraído, sencillo, amable y con buen humor”.

A Albert, dicen, le encantaba pasar por el viejo puente de la estación y sentarse a ver la puesta del sol. El lugar lo entusiasmó tanto que decidió extender unos días su visita y conocer más atracciones del Sur. Así fue como llegó a visitar los agrestes senderos de Santa Catalina, donde hoy está la Universidad de Lomas, la plaza Grigera y el hotel Las Delicias de Adrogué.

Pese a ser un personaje de la alta ciencia, Einstein no se quería perder de las actividades cotidianas de los lugareños, prestaba atención a todas las tareas rurales que los empleados de los Wasserman realizaban y hasta se quedaba charlando con el

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