La Unión | Maestro ciruela

No todo es lo que parece

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Gajes del oficio, por el Maestro Ciruela

Estar ante un nuevo de grupo de alumnos es todo un desafío para el docente y tampoco es del todo conveniente darle asidero total a las versiones tergiversadas que corren por la sala de profesores y los pasillos de la escuela.

Es probable que algunos colegas ya pongan en autos al docente sobre este nuevo grupo señalando con nombre y apellido a los más revoltosos y menos aplicados. También, claro, remarcando a los más estudiosos y cumplidores y también los que merecen un párrafo aparte por no estar dentro de los grupos fácilmente encasillables.

Prejuicios más, prejuicios menos, y ya en contacto con los alumnos de este nuevo grupo y casi con un mes de clases a cuestas no todo es lo que parece o los que nos vendieron.

Al final de cuentas muchos señalados como alumnos brillantes, se están tirando bastante a chantas y estudian ni una coma más de lo recontranecesario, como poniendo un piloto automático que les garantiza aprobar la materia sin obsesionarse por un 10 en el boletín.

Aquellos vendidos de antemano como calladitos son ahora auténticos loros parlanchines, como la alumna de gruesos anteojos sentada adelante del curso que parece que justo viene a romper su histórico mutismo en nuestra clase.

Mientras que aquellos, a priori, problemáticos parece que han sufrido una conversión en su revoltosa conducta durante el tórrido verano y ahora son colaborativos, solidarios y hasta estudiosos y cumplidores.

También el acusado de incurrir en el ausentismo, se transformó en Domingo Faustino Sarmiento y vienen a clase a pesar de que llueva a mares. Y los que no faltaban nunca, ahora se le dio por tomarse la costumbre de olvidarse de venir a clase muy seguido.

Ojo que esta mirada también va de los alumnos a sus profes. El docente, por estudiantes de los años superiores o hermanos mayores, pudo haber sido vendido como ultraexigente y termina siendo permisivo más de la cuenta. O aquella profe de Geografía que se suponía que no era tan rígida y en cambio les hace sudar la gota gorda con sus trabajos prácticos y monografías.

Lo mismo puede ocurrir con docentes  estigmatizados como caracúlicos a ultranza, que terminan en cambio siendo muy buenos consejeros y siempre prestando la oreja para cualquier intentar solucionar los problemas que surjan en el aula o fuera de ella.

“La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, canta Rubén Bladescon su acento panameño en “Pedro Navaja” y esas sorpresas también ocurren adentro de las todas escuelas, más a menudo de lo que se cree.

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