Nelly Omar, la gran cantora

MUNDOS PERSONALES.

Colmar la capacidad del Luna Park no es tarea sencilla para ningún artista y menos aún a los 100 años.

Nelly Omar, una de las más grandes cantoras argentinas, cumplió 100 pirulos el 10 de septiembre de 2011 y dos meses después salió a escena en el estadio de Madero y Corrientes para recorrer los clásicos de su repertorio. En esa velada sonaron “Sur”, “Amar y callar”, “Desde el alma” y “La descamisada”, entre otros temas.

La cantora nacional Nelly Omar, integrante de la generación que conformó el lenguaje del tango y lo ligó con la canción, falleció en su domicilio a los 102 años el 20 de diciembre de 2013.

Nelly Omar integró una estirpe dorada de cantantes populares habitada por nombres como Tita Merello, Azucena Maizani, Libertad Lamarque y Ada Falcón.

Nació el 10 de septiembre de 1908 como Nilda Elvira Vattuone en la localidad bonaerense de Bonifacio, pero fue inscripta y criada en Guaminí, donde vivió hasta los 11 años, cuando fallece su padre y se traslada a Buenos Aires con su madre y 10 hermanos.

Voz protagónica y central del tango y la canción criolla en las décadas del 40 y 50, su adhesión al peronismo le valió proscripción y listas negras, estando prohibida en radios y teatros luego del golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora. En 1957 viajó a Montevideo para trabajar en radio y televisión y luego a Venezuela para participar de “El show de Renny Otolina”, donde actuaba vestida de gaucho, pagando en su cuerpo su cercanía al gobierno popular y sus recordadas interpretaciones de “La descamisada” y “Es el pueblo”.

Aunque conoció el trabajo desde los 12 años, en una fábrica de medias, Nelly arrancó con la canción a los 17 con la interpretación de “A mi madre” en radio Splendid, pero se hizo profesional tiempo más tarde. En 1934 formó un dúo con su hermana Nélida (a quien le robó el sobrenombre) y en 1937 conoció a Homero Manzi en la audición de Radio Belgrano “Pájaros ausentes”, que contaba con libretos del poeta, a quien la une un apasionado romance.

Esta relación se interrumpe cuando, ante la posibilidad del divorcio, la esposa de Manzi intenta suicidarse con un tóxico, pero queda de ella el registro o la huella que el poeta materializó en la imperecedera “Malena”.

Bautizada en 1938 en Valentín Alsina como “la Gardel con polleras”, gracias a una voz prístina, un fraseo claro, aguerrido, firme y sin afectaciones ni subraya

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