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La pasión no quiebra: el día que Temperley volvió a nacer

a 25 años de la vuelta. El Gasolero resurgió por el sacrificio y la puja de sus socios. Tras el cierre, un 24 de julio de 1993, regresaba al fútbol con una victoria inolvidable.

Hay partidos que jamás serán olvidados y que permanecerán por siempre en la memoria colectiva de sus hinchas. Y Temperley tiene el suyo: fue hace 25 años, en el peor momento de su historia, después de la quiebra, de las puertas cerradas y de un futuro que parecía desolador. Justamente, todo eso comenzó a cambiar el 24 de julio de 1993 cuando, con gol de Walter Céspedes, vencía a Tristán Suárez en su regreso (después de dos años de desafiliación) a los torneos oficiales de AFA y dejaba atrás los peores momentos, los más tristes, de sus 106 años de vida, dando inicio a una nueva era y con una insignia que se transformó en un grito de guerra: la pasión no quiebra.

El Gasolero fue clausurado el 11 de junio de 1991, con el cese de actividades y las puertas cerradas hasta finales de ese año, y además estuvo dos temporadas sin jugar oficialmente. Volvió a nacer con ese triunfo por 1-0 ante Tristán Suárez y por ende el gol de Céspedes fue mucho más que un gol. “Fue el más gritado en la historia. Si bien después vinieron muchos importantes, ninguno como aquel. Ese grito fue el de la resurrección”, dijo su autor.

“La institución estaba muerta y nosotros le pusimos el pecho a una situación totalmente adversa, donde solamente había pobreza. Y de a poco, se empezó a levantar y se puso de pie con lo más grande que tiene: su gente. Ese día dimos el puntapié para que hoy Temperley esté como está”, recordó Céspedes.

Entre 1991 y 1993, el club vivió lo peor. Si bien todo comenzó el 28 de agosto de 1989 cuando le decretaron la quiebra, lo más triste se vio en 1991: el 11 de junio, el juez José María Durañona, resolvió el cese de actividades por una deuda que rondaba el millón y medio de dólares y cerró las puertas de la institución, las cuales reabrieron a fines del 91.

“Fue una época muy dura y si no hubiese sido por las familias que apoyaron en el peor momento, hoy no habría fútbol de Temperley, ni siquiera Temperley como club social”, subraya Patricio Rossney, del Departamento Histórico y Museo de Temperley, dándole real dimensión a lo que hicieron las cinco familias que pusieron en garantías sus casas (Ahuali, Colás, Romano, Pecorelli y Allen

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