La Unión | ESPECTÁCULOS

Eterno adiós al pibe que conquistó América

.

Sandro 2

Sandro 2

Hoy se cumplen cinco años de la muerte del Gitano, el ídolo de masas que volvía a ser Roberto en

su vida privada.

“Si yo materializaba los sueños de miles de personas que llegaban del Interior en busca de un futuro, él representaba a cualquier pibe de barrio. A mí me tiraban estampitas, y a él bombachas”, escribió Palito Ortega sobre Sandro en la revista Rolling Stone a propósito del estandarte de los jóvenes del Conurbano que levantó el Gitano.

La reflexión del autor de “Sabor a nada” da en el blanco porque antes de ser “Sandro de América”, un

mote que consiguió luego de haber colmado el Madison Square Garden, Roberto Sánchez fue un pibe oriundo de Valentín Alsina y criado en el seno de una familia de laburantes. Este artista nunca renegó de sus orígenes.

Precisamente, hoy se cumplen cinco años de la muerte de aquel chico que vivía en la Calle Tuyutí, que

fantaseaba con ser Elvis Presley y que terminó siendo en uno de los mayores ídolos populares de América

Latina.

“Debuté en el colegio haciendo una imitación de Elvis, que en esa época era mi superídolo” recordó el

Gitano en una oportunidad. Aunque la historia no quedó ahí: como el disco tuvo un inconveniente, el joven Roberto dejó de hacer playback y puso su propia voz a ese tema. Ahí comenzó la leyenda, casi por accidente.

Antes de que Los Beatles pusieran el mundo patas para arriba, fue Elvis el primer gran ídolo de la juventud a nivel ecuménico; y en nuestras pampas, previo a que el rock argentino tomara forma de un movimiento artístico, Sandro fue el primero en rockear enfundado en ropas de cuero, escandalizando a las abuelas con sus frenéticos movimientos de pelvis.

Si con Los de Fuego dio lecciones de rock & roll, luego de patear el tablero para vestirse de etiqueta y dar un viraje a su carrera artística para convertirse en una baladista y actor cinematográfico, siguió dando cátedra sobre cómo cantarle al amor y cómo ser un verdadero Showman sobre el escenario.

En sus inicios, a Sandro le recomendaban sus compañías discográficas que no se mostrara en público con sus parejas para no hacer añicos la ingenua ilusión de sus fans. Pero con el correr de los años, fue el propio

Gitano quien tomó la férrea determinación de preservar a rajatabla su vida privada detrás de los muros del

caserón de la Calle Beruti al 200 en Banfield, que se convirtió en una suerte de Graceland (la residencia de

Elvis) del Cono Sur.

Esos contrastes en la carrera de Sandro lograron que los hombres admiraran y respetaran al artista al que sus propias mujeres le aventaban con pasión su ropa interior. Porque claro, el Gitano entendió ese código como pocos (como Tom Jones y no muchos más): de ser el ídolo sobre las tablas y pasar a ser nuevamente Roberto en su mansión banfileña para paladear un buen vino, prender un cigarrillo (o varios) y caminar descalzo sobre el pasto de su extenso jardín.

A un lustro de su partida y a unos meses de que se cumplan 70 años de su nacimiento en la Maternidad de Parque Patricios, el legado de Sandro y su estampa de pibe de barrio siguen vigen

Temas Relacionados