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El águila más famosa de Temperley Este

De Puño y Letra.

Dicen que el periodismo es contar buenas historias y estoy convencido que, si sabés buscar, vas a encontrar una en cada esquina. También en Lomas: nuestro partido tiene rincones con cientos de grandes historias.

Hace unos días, de visita por Temperley Este, pasé por la puerta del que supo ser uno de los colegios más reconocidos de la zona: el Instituto Modelo Saint. Allí, en Esmeralda al 500, un altísimo paredón lleno de graffitis y un portón que parece inaccesible esconden el viejo edificio, que desde hace más de 15 años espera por la ansiada remodelación y reapertura. Lo más interesante es la historia que se esconde detrás de esas paredes. ¿Me acompañan a conocerla?

Cuando corrían los últimos años del siglo XIX, en ese terreno estaba ubicada una famosa quinta llamada “Los Pervenches”. Unos años después, un empresario llamado Enrique Saint compró la residencia. Saint era el dueño de la primera fábrica de chocolates del país, fundada con su apellido en 1880. Vivió allí en las décadas del 1910 y 1920 y de hecho, la vieja quinta de la calle Esmeralda dio el origen al nombre del ya emblemático chocolate “Águila”, ya que en su frondosa arboleda vivía un ave de ese tipo. Décadas después -y todavía hoy- Águila Saint se convertiría en una marca registrada, un símbolo y el nombre del chocolate en Argentina.

Muchos años más tarde, más precisamente en 1962, la quinta del chocolatero se convirtió en una de las tantas escuelas privadas de Lomas. El Instituto Modelo Saint fue fundado por una sociedad de docentes. La institución ganó prestigio en poco tiempo y por sus patios pasaron muchas generaciones de vecinos que usaron el recordado uniforme azul oscuro con detalles en amarillo y blanco. El edificio tuvo varias ampliaciones y reformas y allí funcionaron los niveles preescolar, primario y secundario.

El Saint funcionó durante décadas sin problemas, pero a fines de 2003, cuando todavía se sentían fuerte en el país los coletazos de la crisis de 2001, el colegio tuvo que cerrar sus puertas. Deudas, juicios y diversos conflictos societarios hicieron que el enorme edificio de Esmeralda fuera abandonado y quedara en ruinas. En algún momento se empezaron a ver trabajos de albañilería y hasta se prometió que otra escuela volvería a funcionar en el lugar. Pero, otra vez, todo se paró. Mientras tanto, vecinos y ex alumnos siguen espera

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