La Unión | Maestro ciruela

¿Dónde van cuando llueve?

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“¿Dónde va la gente cuando llueve?”, cantaban los Pedro y Pablo en este clásico del rock argentino de los ’70 a modo de pregunta y sin esperar una respuesta. Esa misma pregunta se puede realizar pero cambiando a “la gente”, por “los alumnos”.

La verdad es que la caída de dos gotas locas ya es motivo de un faltazo generalizado, no se puede luchar contra eso y es una costumbre escolar arraigada desde que Sarmiento era maestro escolar en su San Juan natal, y eso que en Cuyo llueve poco y nada.

En cualquier día de lluvia ya se puede divisar que en la puerta de la escuela hay menos alumnos de lo habitual y una vez adentro del aula se pueden ver enormes claros.

Esta notoria ausencia evidencia que más de uno se quedó pegado a la almohada durmiendo al arrullo de la precipitación pluvial. Y los pocos que vinieron, algunos de ellos hechos sopa por negarse sistemáticamente a la utilización del paraguas, saben que sus compañeros ausentes siguen soñando con los angelitos y sus rostros dejan en claro esa envidia indisimulable.

Entre los escasos presentes están los que no faltan jamás, los que viven a pocos metros de la escuela y los que no tuvieron chance de pegar el faltazo, ante la férrea negativa de sus progenitores. También están aquellos que ya se zarparon con las ausencias y ya no tienen margen.

“Profe, somos repocos, no hagamos nada, dele, sea bueno”, suplica una alumna a la que el chaparrón invernal le dejó su larga cabellera pegada al rostro y las zapatillas con varios kilos de barro debajo de la suela.

“Si da tema nuevo, los chicos que faltaron no van a entender nada la próxima clase”, dice, con una dudosa solidaridad, un alumno que vive enfrente del colegio y que no puede faltar nunca, aunque se venga el mundo abajo.

La lluvia afecta a todo el sistema educativo y hasta una elegante profesora maldice a este vendaval que le arruinó su vestuario, mientras que otro profe se queja de que lavó el auto el fin de semana y que el diluvio se lo dejó peor que si hubiera corrido un rally.

Ni hablar del personal no docente, que debe dejar en condiciones el colegio después de un pisoteo bestial de cientos de personas.

En fin, a nadie le gusta, y con menos de la mitad de los alumnos poco se puede hacer, pero como no estamos para perder horas de clases, el repaso general es la gran estrategia los días de lluvia. Algo es algo.

 

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