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Detuvieron al oftalmólogo condenado por abusar de sus hijos

en berazategui. A pesar de ser condenado a cinco años y medio de prisión en 2014, Fernando Bustince no estuvo ni un día preso y estaba incumpliendo la orden perimetral.

Bustince nunca alteroacute su vida omitiacutea una orden perimetral y viviacutea a pocos metros de su familia

Bustince nunca alteró su vida, omitía una orden perimetral y vivía a pocos metros de su familia.

La Policía Bonaerense detuvo a Fernando Bustince, el oftalmólogo que a pesar de ser condenado a cinco años y medio de prisión en 2014 por abusar de sus hijos no estuvo ni un día preso y estaba incumpliendo la restricción perimetral.

Luego de que el Tribunal Oral Criminal N°5 de Quilmes diera la orden tras un pedido de la fiscal, los agentes ingresaron al Country Fincas de Iraola en Berazategui con la intención de detenerlo pero Bustince no se encontraba en su domicilio. Tras un rastrillaje de una tres horas para dar con su paradero, el imputado volvió a su casa donde agentes de civil hacían guardia.

Pasaron 1.509 días desde la sentencia hasta su detención. La historia tuvo relevencia pública a partir del relato de su hijo Santiago, quien contó en Twitter el sufrimiento que vivió con sus hermanas y su madre desde que eran niños. Además, denunció cómo la cercanía de su padre con la Justicia lo mantuvo alejado de la cárcel.

A lo largo de los doce años que transcurrieron desde que se radicó la denuncia y a pesar de que la condena está triplemente confirmada (en primera instancia, en Casación y en Corte Suprema provincial), Bustince nunca alteró su vida, omitía una orden perimetral y vivía a pocos metros de su familia.

La sentencia de cinco años y medio fue criticada porque las denuncias fueron por reiteradas violaciones a sus hijos, que eran menores de edad. Su hijo Santiago señaló que luego de separarse, Bustince tuvo episodios de violencia de género con sus posteriores parejas. La emblemática denuncia de la actriz Thelma Fardin contra Juan Darthés por violación fue el detonante para que el joven decida hacer público el caso.

"Mi hermano se lo cruzaba en el gimnasio y volvía llorando; me venía a ver a los partidos de fútbol y nos sonreía cínicamente. A mi hermana la perseguía por todo el barrio, le decía cosas, le tocaba bocina cuando salía con sus aigas y amenazaba a mi mamá y a mi abuela", detalló Santi

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