Jordán, vecino y pediatra ilustre

Reconocimientos.

Eduardo Jordán tiene todo lo que un pediatra necesita tener: paciencia, templanza y ternura. También tiene una voz y una sonrisa con poderes tranquilizadores y una empatía de otro planeta. Y ahora también es Vecino Ilustre de Lomas de Zamora.

Llegué a él por medio de mi papá (también pediatra) y mi flechazo fue en mis primeros días de mamá, días difíciles si los hay. Cada vez que Dante tomaba la teta yo lloraba del dolor. En un control semanal, mientras esperaba en la sala de espera, pensaba que la situación no daba para más, que tenía que probar con la mamadera.

Llegó mi turno, me llamó. Entré y le conté lo que me estaba pasando, con la voz entrecortada. Ese día Eduardo me dedicó 40 minutos, mientras -como siempre- la sala de espera estaba llena de pacientes. Me explicó -y me dibujó- los conductos mamarios en las mujeres primerizas y me recordó los beneficios de la leche materna para el bebé. Me dijo que en unos días iba a poder darle la teta en cualquier lado sin sentirlo. No le creí, pero salí convencida de que tenía que intentarlo. Él ganó, ganamos todos.

También le pregunté varias veces por qué Dante no dormía más de tres horas seguidas si ya estaba más cerca del año. Una tarde, calculo que agotado de que le pregunte lo mismo, me terminó hablando de los colores de la pieza. “¿Hay algo rojo?”, me dijo. Y me explicó que los colores fuertes pueden alterarlos. No era eso, no era nada. Pero me prometió que ya iba a poder volver a dormir ocho horas seguidas. No le creí, pero él ganó, ganamos todos.

Y vuelvo a elegirlo por su calidez, generosidad y predisposición. Las pocas veces que lo vi preocupado fue por sus pacientes: uno internado, otro con una prepaga floja de servicios, alguno que repetía el cuadro. Eduardo ha estado 12 horas en su consultorio, de 8 a 20, para atender a los que tienen turno y a las urgencias. Eso no se estudia en ningún lado: es vocación pura. Y qué bueno que lo tenemos en Lomas.

Temas Relacionados