Cuando Lomas fue invadida por un ejército de langostas

historia. Ocurrió a fines de siglo XIX, y un grupo de vecinos armó un ingenioso plan para poder frenar esta plaga que devoraba todo a su paso. 

Corría fines de siglo XIX, cuando en Buenos Aires el movimiento de langostas era una plaga que cada vez más amenazaba los cultivos de los terrenos en toda la región. Estos saltamontes arrasaban con los alimentos disponibles y la preocupación entre los habitantes era cada vez mayor. En Lomas, una estrategia de los vecinos logró defender la ciudad del ataque.

Durante ese siglo, en la región la agricultura fue tomando un rol cada vez más predominante y desplazó a la ganadería: los animales que quedaban ya se utilizaban para optimizar este trabajo en las chacras y cruzaban las zanjas para alimentarse de las plantaciones vecinas.

En aquel entonces las mangas de langostas se acercaban volando y causaban grandes estragos e incluso desovaban en las chacras

Pero en una temporada, casi llegado el fin del siglo, las langostas aparecían como una amenaza preponderante: eran un ejército por los aires, dispuestas a alimentarse de lo que hubiera. Frente a esto, un grupo de vecinos de Buenos Aires establecieron una comisión para estudiar los movimientos de las langostas, y en Lomas de Zamora se formó la Comisión Popular de Defensa contra la Langosta.

Ellos construyeron una barrera de chapas de zinc para separar a Temperley, Banfield y Lomas de la zona invadida por langostas. Además, abrieron zanjas para enterrar a las langostas. 

Norberto Candaosa, Miembro del Instituto Histórico Municipal, contó que en aquel entonces las mangas de langostas se acercaban volando y causaban grandes estragos e incluso desovaban en las chacras. "Entonces para combatir a las larvas y que no salten hacia las plantaciones se colocaban estas chapas de 50 o 60 centímetros de alto", señaló.

Estos cercos quedarían establecidos como forma de delimitar y trazar divisiones territoriales entre los distritos, dando lugar a la zonificación que existe aún hoy. 

En ese sentido, Candaosa avanzó varias décadas para adelante e hizo foco a los cercos más modernos y que se pueden observar en la actualidad: "El de alambre tejido fue colocado más que nada por la seguridad o la invasión de algún animal doméstico, como así también el que está hecho de ligustrina. El sentido de propiedad y de pertenencia, para cuidar lo que es de uno".