Conoció la plaza que tiene el nombre de su papá, caído en Malvinas

ORGULLO BANFILEÑO. Ezequiel estuvo en Banfield y recorrió la plaza Rubén Martel. Tenía 10 meses cuando el avión de su padre fue derribado por los ingleses. 

Rubén Héctor Martel fue excombatiente de la Guerra de Malvinas que defendió al país con su vida: el 1º de junio de 1982 su avión Hércules C-130 fue derribado por dos harrier ingleses mientras hacía una arriesgada misión. En Lomas existe la Plaza Martel y algunas placas que recuerdan al banfileño por su enorme valentía y su compromiso con la patria.

Su hijo Ezequiel, que apenas tenía diez meses al momento de la tragedia, se enteró en 2020 de la existencia de las plazas y decidió acercarse a Banfield para recorrer los lugares que homenajean a su papá. Además, visitó la emblemática Confitería Tiara, donde en la puerta hay otra placa, y les obsequió un cuadro con la foto de su padre para que puedan colgarlo en el local y así todos los vecinos sepan que la localidad cuenta con un héroe que jamás debe ser olvidado.

Ezequiel Martel tiene 39 años y siempre vivió en Capital, pero no sabía que iba a estar unido a Banfield gracias su papá, quien se crió y creció en la calle Capdevila 270. Como su padre, Rubén Héctor Martel, fue un héroe y un defensor de la patria que falleció en plena Guerra de Malvinas, en la localidad existe una plaza que lleva su nombre, situada entre Rincón y Talcahuano, y varias placas conmemorativas, pero no fue hasta ayer que Ezequiel tuvo la posibilidad de conocer y recorrer cada uno de los lugares.

Me enteré de todo esto gracias a varios conocidos y hace mucho tiempo que quería venir, pero no encontraba el momento para hacerlo. Ayer se presentó la ocasión, estuve solo y recorrí cada lugar como si fuese una peregrinación.

Primero fue el turno de la plaza Martins (Arenales 750), donde hay una especie de altar a la patria que homenajea a los héroes banfileños que estuvieron en Malvinas, como fue el caso de Rubén. Allí Ezequiel se tomó unos minutos para estar frente al altar y luego se dirigió a la Plaza Martel, pasando previamente por Capdevila 270, donde también permaneció unos minutos y "hasta saqué algunas fotos".

"Me enteré de todo esto gracias a varios conocidos y hace mucho tiempo que quería venir, pero no encontraba el momento para hacerlo. Ayer se presentó la ocasión, estuve solo y recorrí cada lugar como si fuese una peregrinación", reveló Ezequiel, con un tono de emoción muy visible en cada una de sus palabras.

Además, trajo consigo un cuadro con una foto de su papá, un presente que tenía preparado desde noviembre y que se lo entregó a la Confitería Tiara, situada en la calle Alsina, ya que en la puerta del comercio está una de las placas que recuerda a Rubén.

Además, trajo consigo un cuadro con una foto de su papá, un presente que tenía preparado desde noviembre y que se lo entregó a la Confitería Tiara, situada en la calle Alsina, ya que en la puerta del comercio está una de las placas que recuerda a Rubén. "La foto muestra a mi papá sonriendo y adentro de la cabina del avión", dijo Ezequiel, que rápidamente agregó: "Me recibieron muy bien, le conté al dueño sobre el motivo del presente y quedó encantado. Ese obsequio fue como haber cerrado un ciclo que sentía que estaba inconcluso".

"El pasado lunes hubiese sido el cumpleaños de papá. No creo que haya sido una casualidad, esta visita fue un regalo para él y para todo Banfield", contó, y rápidamente se lamentó porque se sepa muy poco en la localidad sobre la historia de su papá: "Fue uno de los oficiales más antiguos en caer en combate y el comandante del avión más grande derribado en la guerra, es un orgullo que sea oriundo de Banfield".

Se perdió la guerra, es verdad, pero perderíamos mucho más si nos olvidamos de todos aquellos que dieron la vida en batalla. Hay que mantenerlos vivos con estos tipos de reconocimientos y homenajes.

En 2017, Ezequiel viajó a Malvinas con motivo de haberse cumplido los 35 años de la Guerra y, gracias a un isleño, se enteró que todavía existían restos del avión de su papá. "Tuve el honor de ser el primero en reconocerlos e intenté traerme dos pedazos de metal, pero me los retuvieron", contó y le agradeció a la persona del lugar que le permitió vivir ese momento que atesorará para siempre en su memoria.

"Se perdió la guerra, es verdad, pero perderíamos mucho más si nos olvidamos de todos aquellos que dieron la vida en batalla. Hay que mantenerlos vivos con estos tipos de reconocimientos y homenajes", concluyó.