La Unión | LOMAS

Investigadores de la UNLZ desarrollaron una investigación clave sobre el bioetanol

AGROINDUSTRIA. Realizaron un estudio para elaborar combustible a partir de los residuos de los cultivos de maíz y sorgo. ¿A qué conclusiones llegaron?

Desandaron un largo camino. Investigaron, recolectaron información, datos, replicaron modelos estadísticos y matemáticos y después todo eso, de casi tres años de trabajo, llegaron a la siguiente conclusión: la localidad de Unión, ubicada en la provincia de Córdoba, resulta el lugar más propicio para instalar una planta de producción de bioetanol de segunda generación.

El proyecto encabezado por los ingenieros Luis Orlandi, Adalberto Ascurra y la licenciada Irma No, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Lomas, se interesa en el desarrollo de energías alternativas. Pero con una particularidad: apuesta a hacerlo a través de los residuos de las cosechas de maíz y sorgo para no tener que competir con la industria alimenticia.

El bioetanol es un sustituto de los combustibles convencionales, que se obtiene a través de la fermentación de distintos productos. Por ejemplo, aquellos que utilizan como materia prima cultivos de alimentos como el maíz, el trigo, la caña de azúcar o la cebada, a los que se denomina de primera generación, y los que se obtienen a partir de residuos forestales, llamados de segunda generación.

En Argentina existen empresas que producen bioetanol a base de caña de azúcar, la mayoría ubicadas en Salta, Jujuy y Tucumán. Mientras que otras, emplazadas en Córdoba, San Luis y Santa Fe, lo obtienen a través del maíz.

Según indicó Orlandi, este tipo de producción "compite con la industria alimenticia" y en este momento "el mundo está ávido" de estos alimentos. "Nuestro proyecto se basa, en cambio, en obtenerlo de los residuos del maíz y el sorgo, que es el rastrojo", precisó.

Sacando el 30% de ese rastrojo puede producirse bioetanol sin perjudicar al campo

El rastrojo suele utilizarse para la siembra directa. Es por eso que el ingeniero consideró que "sacando el 30% de ese rastrojo" puede producirse bioetanol sin perjudicar al campo. "El rastrojo de maíz lo tenés en casi todos los campos del país en cantidades muy grandes, porque la cantidad de este residuo está relacionada con la cosecha del maíz, que en Argentina es muy grande", explicó.

Para llegar a este punto, en una primera etapa, el equipo de especialistas de la UNLZ avanzó en un estudio de factibilidad siguiendo un modelo matemático que analiza "el precio de venta del producto que cualquiera puede obtener" en determinado lugar, "y si ese valor al compararlo con el precio de mercado es igual o menor, entonces (el proyecto) es competitivo, es factible", indica Orlandi.

En ese sentido, comparando ese valor con el precio de venta del biocombustible informado por la Secretaría de Energía de la Nación, los investigadores determinaron que la producción es factible en tanto la planta se encuentre a no más de 300 kilómetros del lugar de donde se obtiene la materia prima. La distancia resulta una variable relevante por el alto costo del transporte, precisan.

¿CÓMO CONTINUÓ EL PROYECTO?

En una etapa reciente, se propusieron realizar un trabajo estadístico que permita detectar la zona del país con mayor provisión de rastrojo de maíz y sorgo. ¿Para qué? Para seguir afinando la lupa. Entonces, con los datos disponibles en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, analizaron las localidades con mayor nivel de producción de estos cultivos.

Luego de eso, a través de la herramienta de geoposicionamiento, obtuvieron un mapa de los "centroides" óptimos para la ubicación de una planta. "Una vez obtenidos los centroides, aplicamos la fórmula de ingeniería de Brown y Gibson para determinar la ubicación (exacta) de la planta de acuerdo a la evaluación de distintas variables", profundiza el director del proyecto.

La fórmula utilizada evalúa distintos factores objetivos: como el costo de mano de obra, la disponibilidad de materia prima y su costo; la prestación de servicios; el costo de los terrenos, y factores subjetivos como el clima social y la competencia. "Esto nos da un índice de localización, cuyo número más alto es indicador de viabilidad", señaló.

De este entrecruzamiento de datos, resultó que la localidad cordobesa de Unión es el lugar más apto para montar una planta de producción de bioetanol lignocelulósico. "Este tipo de investigaciones allana el camino para quienes estén interesados (en desarrollar emprendimientos de este tipo)", considera Orlandi.

Para el ingeniero este tipo de investigaciones son importantes porque permiten avanzar en modelos de producción que sean amigables con el medioambiente y no compitan con la industria alimenticia. "En la Argentina, estos se mezclan con las naftas, lo que genera un ahorro de combustibles fósiles y reduce la emisión de gases de efecto invernadero. Cuanto más porcentaje de biocombustibles tengan las naftas, menos contaminación se genera", concluyó.

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