Compraron una casa, los estafaron y tienen que empezar de nuevo

Sueño frustrado. Vivieron un calvario durante tres años y un pedido en las redes sociales los ayudó a no quedar en la calle.  

Sandra Benítez junto a sus dos hijos

Sandra Benítez, junto a sus dos hijos.

Una familia de Temperley vivió un calvario durante más de tres años en los que vio derrumbarse el sueño de la casa propia. Sandra Benítez, junto a sus dos hijos, tuvo que afrontar un juicio, hostigamientos, maltratos y la búsqueda desesperada de recursos para poder mudarse y no quedar en la calle, algo que pueden evitar gracias a la solidaridad de la gente que se hizo eco del pedido de Sofia, la hija mayor de Sandra. 

La familia alquiló durante 12 años en Temperley, hasta que en 2014 le surgió la posibilidad de comprar una casa: un vecino que vivía en el barrio les ofrecía venderles las suya, dado que él se iría a vivir al Interior. Movilizada por el sueño de la casa propia, por alcanzar la tranquilidad de dejarles un techo a sus hijos, Sandra accedió. Sacó un préstamo y acordó abonar un pago en efectivo y financiar el resto en cuotas que comprendían un período de cinco años. 

"Le compramos la sesión de derechos posesorios, porque no tenían la escritura, sólo un boleto de compra y venta, que era desde el 98 al 2014. Recién en 2018, por tener la posesión de 20 años, podíamos hacer la escritura. Certificamos la firma, con escribano, con abogados. Para nosotros, desde la ignorancia y mal asesoramiento, creímos que era legal", cuenta Sofía, en diálogo con La Unión.

En enero de 2015, ya instalados, emprendieron la difícil y costosa tarea de refaccionar la casa, lo cual durante más de dos años fue hecho con una ilusión que compensaba todo tipo de gasto monetario, pero en mayo de 2017 comenzó la pesadilla. "Un día golpean la puerta y dejan un papel por abajo. 'Señora Sandra, soy el dueño de la casa que usted ocupa, por favor, comuníquese conmigo'. Nos reímos porque pensamos que era una cargada. ", recuerda. 

"No era una cargada. El escribano no había hecho la certificación de dominio antes de la venta, sino que la hizo después de que nos llegara el papel. La casa era de un señor que no era el que nos la había vendido. Nos estafaron. Decidimos no pagar más las cuotas, pero nos intimó. Se llegó a un arreglo y se le pagó un monto menor, pero le terminamos pagando al que nos estafó", agrega.

LA HISTORIA DE LA CASA

Cuando se descubre que la persona que reclamaba era el dueño del 50% de la casa, se revela una historia para la que hay que retrotraerse a la década del 30. La vivienda pertenecía a una mujer alemana que vivía con su hijo. Cuando éste cumplió los 18 años, la madre le cedió la posesión de la mitad. Ese hombre vivió en la casa de Temperley hasta 1998, año en el que, en circunstancias poco claras, comenzó a vivir la familia que estafó a Sandra Benítez. Quienes conocían al hombre de descendencia alemana cuentan que no era una persona normal. En 2010, esta persona vende la mitad de la propiedad al hombre que hoy llevó a la justicia a Sandra. 

Aquella venta de hace diez años no pudo hacerse en su totalidad, ya que el dueño debía conseguir el acta de matrimonio de su madre, que aparecía como separada, el cual era imposible de recuperar, según profesionales que asesoraron a la familia, dado que esa documentación data de 1918, post Guerra Mundial, y en Alemania no hay registros de esa época. 

EL JUICIO

Sandra y sus hijos, asesorados por una abogada, tenían la tranquilidad de que la causa no podría prosperar porque el hombre que reclamaba no tenía forma de acreditar que fuera heredero y era imposible conseguir el acta de matrimonio de la mujer alemana, la madre de la persona que le vendió el 50% y que está en un geriátrico de Temperley. Además, el hecho de haber regularizado los impuestos, de tener la posesión y de llevar adelante arreglos en la casa, les daba más posibilidades de ganar. Pero algo pasó en el medio y todo se dio vuelta. 

En la Justicia todo se aceleró porque, de manera increíble, apareció el acta de matrimonio de la mujer alemana. A partir de ahí se sucedieron hechos confusos y difíciles de asimilar, como el maltrato psicológico de una asesora del juez en una audiencia, quien llegó a decirle al hermano de Sofía, de 17 años, que iba a tener que irse de la casa. Mi hermano quedó destruido. No entendíamos nada, porque nuestra abogada nos decía que esa mujer que nos citó tenía todas las intenciones de ayudarnos. Pero fue todo lo contrario en la audiencia. Fue muy agresiva y violenta", reveló Sofía. 

"Hay un dolor emocional, que no tiene que ver sólo con el arraigo con la casa, sino con lo que significa la casa en sí, que es algo más que dos ladrillos", expresó Sofía.

Cuando parecía que nada podía ser peor, continuaron los destrato por parte de los funcionarios de la Justicia: el pasado 14 de septiembre había pactada una audiencia conciliatoria. Pero nunca les llegó el enlace para conectarse a la videollamada. "Nos llaman y nos dicen que como no nos presentamos, se dictaba sentencia. Nunca nos llegó el mail. Entonces, nuestra abogada, enojada, llamó y pactó una nueva fecha, para el 21 de septiembre. Ese día, el juez nos dice que habíamos perdido. Nos daban como plazo para mudarnos hasta el 4 de diciembre, sólo porque mi hermano es menor y tiene que terminar la escuela en condiciones. Si no era por él, nos teníamos que mudar ya mismo", relató. 

Una vez asumido que la Justicia le daba la razón a la parte demandante, la familia de Sandra pidió un resarcimiento por los gastos realizados en concepto de refacciones de la casa. "Hicimos un cálculo de entre 900.000 y un millón de pesos. Pero la otra parte hizo el cálculo de los años que estuvimos viviendo ahí sin pagar alquiler. Sacaron cuentas y estimaron un monto de entre 20 y 25 mil pesos. El alquiler de esa casa, en las condiciones en las que estaba cuando entramos, no valía eso. Entonces, nos terminaron dando como resarcimiento los años que estuvimos sin pagar alquiler", explicó Sofía, con total entereza a pesar de todas las vicisitudes que tenían que atravesar con su mamá y su hermano. 

"Podríamos haber apelado, pero eso significaba pagar los costos de la otra parte. Y si no pagábamos, le podían embargar el sueldo a mi mamá. Y si no hay pruebas, nos tenemos que ir. Y con su sueldo embargado, no hubiésemos tenido forma. Hay un dolor emocional, que no tiene que ver sólo con el arraigo con la casa, sino con lo que significa la casa en sí, que es algo más que dos ladrillos", expresó Sofía. 

PEDIDO DESESPERADO Y SOLIDARIDAD EN LAS REDES

Después de procesar el golpe y con la certeza de que tendrían que irse, Sofía acudió a las redes sociales para pedir ayuda. "Hace una semana nos enteramos que teníamos que pagar los costos de la otra parte. Sumado a lo que necesitamos para mudarnos, calculamos un aproximado de 150 mil pesos. Nosotros no tenemos los medios económicos. Mi mamá es docente, y yo trabajo part time en un comercio. Pero no les importó. Entonces salí desesperada en las redes", contó. Y las redes sociales, una vez más, fueron el centro de las mayores expresiones de solidaridad, ya que, en apenas unos días, lograron juntar el dinero para afrontar la compleja situación. 

"Nos comimos una estafa por ignorancia, mal asesoramiento y necesidad. Salí desesperada a pedir ayuda, porque realmente no llegábamos, vivimos al día y los ahorros que teníamos los pusimos en arreglar la casa", concluyó Sofía, que sabe que tocará mirar para adelante y volver a empezar con su mamá y su hermano. 

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