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Pamela Anderson publica sus memorias y no se guarda nada

se las trae. La popular actriz canadiense cuenta en primera persona distintos tramos de su vida y tira abajo algunos mitos de su figura. 

Lanza su autobiografía

Lanza su autobiografía.

Con una flamante autobiografía y un documental recién estrenado, la actriz canadiense Pamela Anderson busca por estos días proyectar una dimensión emocional en primera persona sobre el relato fijado en el fetiche sexual que se construyó en torno a ella desde su debut en la serie “Baywatch”, en un intento de desarmar algunos mitos de su figura y de visibilizar el complejo proceso de reinvención y resiliencia que vincula una historia signada por la culpa o la violencia con una hipersexualizada imagen pública.

Hace tiempo que ya no corre estruendosamente por la playa enfundada en la malla roja que durante varias temporadas exaltaba su contundente anatomía. Hoy, su despliegue mantiene ese impulso enérgico y es hasta más esforzado, aunque acaso menos perceptible:

Pamela Anderson lucha por desarmar la liviandad con que ha circulado públicamente, en especial desde que se difundieron una serie de videos íntimos arrebatados que se detuvieron escabrosamente en el detalle de las escenas sin reparar en el daño que podía generar a su protagonista la exposición de actos no consumados para el fisgoneo global.

Por estos días la actriz acaba de publicar sus memorias, casi en paralelo al estreno del documental “Pamela: una historia de amor”, disponible en Netflix. Ambos registros bucean en su infancia desangelada, sus inicios como modelo de Playboy, los vínculos amorosos tóxicos y la descarnada batalla legal por el video sexual robado que, según ella, la humilló y destruyó sus perspectivas laborales. ¿Busca revancha, resarcimiento" Tal vez un poco de todo eso pero sobre todo Anderson pretende ser escuchada a partir de su propio relato, narrada con pliegues una vida que es algo más que la historia de un cuerpo voluptuoso.

La culpa, el desamor y la violencia entrelazan con costura sutil muchos de los episodios que la actriz de “Baywatch” narra en su libro, empezando por la percepción encajada de haber sido la causa de la infelicidad de su madre por haberle “impuesto” una maternidad temprana que truncó sus proyectos. “No lo dijo en voz alta, sino en mi cabeza. Porque todo ha sido culpa mía desde que nací. Yo soy la razón por la que se casó con mi padre. Siempre he llevado este peso sobre mis hombros y me siento responsable de todo lo que ha ido mal”, refiere en el texto.

La biografía aloja tramos menos dramáticos y más sorprendentes, como cuando revela que mientras se convertía en sex symbol leía libros de filosofía y psicología, además de dedicarse a la poesía, el arte y el activismo. Sus amistades más importantes han sido con espíritus creativos -como el realizador Werner Herzog, la diseñadora Vivienne Westwood o el fotógrafo David LaChapelle-, y sus mayores logros los ha conseguido a través del activismo, participando en campañas por los derechos de los animales, el medio ambiente y en apoyo de los refugiados.

Desde hace unos años, Anderson está empeñada en reciclar su imagen, no solo con estas memorias y documental de Netflix sino también con el próximo estreno de la segunda temporada de “Pamela's Garden of Eden”, un programa de HGTV Canadá que sigue sus esfuerzos para renovar la propiedad heredada de su abuela en la isla de Vancouver.

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