La emotiva historia del Chevrolet de Temperley que iba a ser desguazado

LO LLEVA EN LA PIEL. Pablo Teruel restauró un Chevrolet en descomposición, y ahora lo disfruta con su familia. "El auto es mi hijo, hasta lo tengo tatuado en el brazo", confiesa.

No pasa mucho tiempo para que una sonrisa tome protagonismo en la cara cuando Pablo, un vecino de Temperley, habla sobre su Chevrolet Bel Air, modificado, de 1957. La nostalgia provoca que inmediatamente se le venga el recuerdo de su padre, Jorge Teruel, a quien le debe su amor incondicional por los autos y la marca del moño. Cuando lo encontró estaba a punto de ser desguazado y era usado como un carro de feria. Pero su pasión hizo que este modelo de fines de la década del '50 sea restaurado, y hoy lo lleve grabado en la piel. 

Pablo conoció al que iba a ser su amor sobre ruedas cuando tenía 14 años, y actualmente con 33 lo disfruta junto a su familia que se encuentra conforma por su esposa Jesica (32), y sus hijos Jonas (7) y Benjamin (4). En diálogo con Diario La Unión, este vecino del municipio de Lomas de Zamora, le contó cómo comenzó su historia entre los automóviles y el modelo de la firma de General Motors.

"Mi locura nació con mi difunto padre Jorge Teruel que tenía taller mecánico y me dio la pasión por la mecánica y Chevrolet. Siempre me gustó el Bel Air 57. Inclusive, mi viejo tenía uno que lo vendió hace tiempo. El auto me llegó a través de un amigo de él que se llama Marcelo", señaló Pablo.

El estado en que lo encontró era de total deterioro. Incluso le faltaba motor, por lo que su padre se lo encomendó luego de haber pagado una suma muy significativa y dos frutas. "Cuando lo compramos, mi viejo me dijo 'hacete cargo', me dejó las herramientas y lo empecé a desarmar-", afirmó.

"Lo iban a cortar y usar los repuestos, ya que el auto estaba muy podrido. Cuando lo vamos a ver, el dueño pidió 300 pesos y a mí las dos sandías que tenía en ese momento. Lo rescatamos, estaba muy chocado, con decir que lo usaban para carro de feria", detalló Pablo.

Una vez que este Chevrolet Bel Air se encontraba en el garaje de su casa, comenzó la operación de resurrección de un modelo que volvió a la vida con varias modificaciones, e irreconocible a cómo llegó. 

"Lo restauré con mi viejo que, seguro me mira desde arriba y se agarra la cabeza (risas). Lo empecé a crear apenas lo trajimos allá por el 2005/06, cuando tenía 14 años. Lo desarmaba para llevarlo a la arenadora- el taller de arenados es el sitio donde tratan a la chapa con un chorro de arena a presión para sacar la pintura vieja", explicó el vecino del barrio de Temperley

En ese sentido, detalló que al auto le colocó "un tren delantero de Chevrolet" y afirmó que "no tenía motor así que conseguimos un V8 que lo mejoramos con leva y carburador". "Tiene suspensión regulable, llantas de 10 pulgadas que entran justito. Lo reformamos al estilo delivery, o sea con la parte de atrás cerrada, y adentro tiene dos butacas. Atrás el asiento es rebatible con otros cambios", precisó.

Y agregó: "Tardé 15 años y contando. Es un vicio caro y no siempre contás con tiempo y efectivo". 

Un baúl de recuerdos con ruedas

Para Pablo, este auto lo es todo. "El auto es mi hijo, hasta lo tengo tatuado en el brazo. Lo cuido, pero no me reprimo a la hora de acelerarlo o de viajar. Voy a eventos, asados con amigos, le doy un uso casi cotidiano. No me gusta tener autos de vidriera, sino usarlos. Ahora que tengo dos hijos y, es imposible ponerle límites, hacen lo que quieren siempre y cuando no rompan ni manchen nada", expresó.

"En resumen el auto es el proyecto de mi vida, un baúl de recuerdos con ruedas tanto de mi difunto viejo y mi vieja que todavía se ríe de las cosas que me pongo a hacer, como de mis abuelos esposa e hijos. Es el canal por donde pasan todos mis sentimientos, me subo al auto y me trasporto a aquellos días de ruta con mi papá, a la sonrisa de mis nenes cuando acelera, hasta de mi abuela pidiendo que acelere más porque le gustaba", agregó Pablo al subrayar su sentimiento hacia lo que fue uno de sus mayores logros.

Historias vividas con el Chevrolet Bel Air

El formulario 08 es el requisito indispensable para hacer la transferencia por la compraventa de un vehículo, y actualmente se puede tramitar por Internet. Pero Pablo debió hacerlo no fue tan sencillo, la cual hace a una de las anécdotas que hacen a la historia del Chevrolet Bel Air

"La primera fue se trata cuando conseguimos que el titular nos firme el 08. Una vez que trajimos el auto pedimos un informe de dominio y nos cuenta que el titular era de Avellaneda, y tenía, aproximadamente, 90 años. Vamos con la desesperanza de que ya no esté entre nosotros. Cuando llamamos a la casa sale la hija y nos dice que su papa estaba vivo, pero postrado en una cama y que ya tenía las horas contadas", expresó.

Sin embargo, todo terminaría con fortuna para Pablo. "Al otro día vamos con el escribano a firmar ese tan ansiado 08 y estaba la ambulancia en la puerta. Cuando llamamos, sale la hija y nos dice que su padre sufrió una recaída, y que no saben si pasaba de ese día. Al otro día volvemos a ir y seguía vivo. Así que nos firmó el 08 y nos convertimos en el tercer dueño", resumió.

 La segunda vivencia tiene que ver con un viaje a la Costa Atlántica. "Íbamos a un encuentro de autos en Mar del Plata, y de repente se nos queda en la ruta. Bajamos para ver lo que pasaba y se había rebasado de nafta, así que cortamos la bomba y le dimos marcha. Cuando quiere arrancar tira una contraexplosion, pero quedo en marcha", contó.

Y concluyó: "En ese momento, pasa un amigo y nos dice que nos olvidamos la luz que se conecta a la batería dentro del motor, pero después miro que la tenía al lado y entonces grito fuego. En ese instante mi mujer sale por la ventana del auto y se va corriendo por el campo saltando los alambrados. Apagamos el fuego en un toque, pero después no la podíamos hacer volver de la risa que teníamos".

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