A los carteros, en su día  

mundos personales. Cada 14 de septiembre se recuerda esta jornada, en alusión al primero que ejerció esta labor a fines del Siglo XVIII. 

La historia asegura que el primer cartero de Buenos Aires se llamaba Bruno Ramírez y que comenzó a ejercer este noble oficio el 14 de septiembre de 1771. 

Este buen hombre fue el antecesor de los actuales carteros del correo, este oficio no existía y recién se estaba implementando el servicio en el Virreinato del Río de la Plata.

Antes de aquel día de 1771, las cartas no llegaban a los domicilios, mientras que cada persona debía ir a retirarlas a lugares determinados y las tardanzas de los envíos eran considerables, por lo que con el tiempo se vio la necesidad de optimizar este sistema.

Por eso, cada 14 de septiembre es el Día del Cartero en Argentina, recordando aquel trabajador y todos los que vinieron luego. Más allá de recordar Bruno Ramírez, los carteros son uno de los personajes propios del paisaje urbano más reconocibles. 

Los jóvenes de ayer recuerdan muy bien a los carteros a bordo de sus sólidas bicicletas entregando cartas, recados y las facturas de los servicios en cada vivienda o institución. 

Luego fueron teniendo menor suerte y en lugar de ir en bicicleta, comenzaron a hacer sus recorridas caminando aunque llueva o truene. 

En otros tiempos tenían el uniforme del Correo y luego de que el sistema se privatizó cada uno pasó a tener la pilcha de diversas empresas que se fueron concesionando el servicio. 

"Carteroooooo", era uno de los gritos más escuchados en cualquier barrio ante la llegada de este servidor público cuando la correspondencia en cuestión debía entregarse "en mano" y hasta se requería de la firma del destinatario. 

De todos modos, sin la bicicleta y el uniforme gris de otros tiempos, los carteros siguen en las calles tirando sus recados por debajo de la puertas y hasta con algún viejo grito si el timbre de alguna casa tiene el cartelito de "no funciona". 

Incluso, la figura de estos trabajadores aparece en la cultura popular, en las películas y hasta en las letras de los tangos. "Golpearon la puerta de la humilde casa, la voz del cartero muy fuerte se oyó", dice el comienzo de "El sueño del pibe".  

Los tiempos fueron cambiando y ya casi nadie envía una carta por el correo desde años, salvo algún que otro nostálgico. Mientras que muchas facturas y demás documentos comerciales se envían sólo por medios electrónicos y sin la constancia en papel. 

De todos modos, sin la bicicleta y el uniforme gris de otros tiempos, los carteros siguen en las calles tirando sus recados por debajo de la puertas y hasta con algún viejo grito si el timbre de alguna casa tiene el cartelito de "no funciona". 

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