El Hospital Gandulfo, un símbolo de la salud pública en Lomas

HISTORIA LOCAL. El terreno donde se construyó fue donado por Luisa Cravena de Gandulfo en 1902 con la condición de que se construyera un hospital en menos de cinco años. 

En la manzana de Balcarse Ceballos Sarandí y Las Piedras

Crédito: Eduardo Alfaro.

En la manzana de Balcarse, Ceballos, Sarandí y Las Piedras.

Hablar de salud pública en Lomas de Zamora es, para muchos de nosotros, hablar del Hospital Gandulfo. Se trata de una institución centenaria, de mucho prestigio social y asistencial para nuestra comunidad: estoy seguro de que casi todos los vecinos de nuestros barrios fueron atendidos alguna vez en el viejo hospital. 

La historia dice que en 1902 la señora Luisa Cravena de Gandulfo donó al municipio una manzana de tierra en Lomas Este (entre calles Balcarce, Sarandí, Las Piedras y Ceballos) con la condición de que allí se levantara un hospital público, algo que la ciudad no tenía. Esta maravillosa mujer señaló que esa tierra no se podía vender, hipotecar o permutar. Establecía, además, un plazo de cinco años para levantar el edificio. Originariamente se llamó Hospital de Caridad de Lomas de Zamora y recién en 1915 se cambió a como se lo conoce hoy en día. En sus comienzos tenía dos salas, una para mujeres y otra para hombres, y un pabellón de dos plantas para dirección, administración, consultorios externos y vivienda para los practicantes. 

Gracias al empeño y al esfuerzo del intendente Manuel Castro se realizó una colecta pública fuertemente apoyada por el querido diario "La Unión". El 9 de julio de 1906 se inauguró oficialmente el hospital, con una fiesta popular impresionante. 

La precariedad de medios y recursos que tenía el Hospital se resume, por ejemplo, en que ni siquiera se podía contar con un laboratorio. Los análisis clínicos se hacían en la farmacia de Marcos L.Grigera, hasta que se instaló uno en el edificio. Pero con los años, el Hospital Gandulfo fue recibiendo el apoyo oficial y de la comunidad para convertirse en un centro sanitario público de excelencia en la zona sur del Conurbano. Es cierto que tiene las falencias de muchos hospitales públicos, especialmente por la gran demanda de personas sin cobertura de obras sociales o prepagas que no puede responder, pero siempre se está mejorando. 

Lógicamente que para garantizar los servicios de una salud pública integral es necesario articular el uso del conocimiento científico para la toma de decisiones, estimular la participación comunitaria y luego evaluar los resultados. Es vital que toda la población tenga acceso a servicios que incluyan la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades.  

Las actividades globales de la salud pública cambian al modificarse la tecnología y los valores sociales, pero los objetivos siguen siendo los mismos: reducir la cuantía de las enfermedades, las muertes prematuras y los trastornos e incapacidades producidos por la enfermedad en la población. La salud pública es, por consiguiente, una institución social, una disciplina y una materia de orden práctico. Quizá, a pesar del tiempo transcurrido, los mismos ideales y premisas que pensó allá lejos y hace tiempo una gran mujer como Luisa Cravena de Gandulfo. 

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