Trabajó 25 años en la misma escuela y pidió que sus cenizas queden ahí 

ORGULLO Y EMOCIÓN. Flora Fasce amaba la docencia y la Escuela N°32 de Temperley. Trabajó hasta los 75 y murió un año después. Su hija Florencia, también docente, cuenta la historia.

Siempre que paso toco las hojas del rbol dijo

Crédito: Eduardo Alfaro

"Siempre que paso, toco las hojas del árbol", dijo.

La Escuela Primaria Nº32 de Temperley está muy próxima a cumplir su primer siglo de vida y sus paredes guardan gratos recuerdos, como así también mantienen viva la esencia de queridos maestros que pasaron por la institución. Uno de los casos más emblemáticos es el de Flora Fasce, maestra que estuvo en el colegio por 25 años de manera física y, hoy en día, sigue estando presente de una manera distinta: sus cenizas descansan al pie de un ficus que se encuentra en la puerta del establecimiento, por pedido suyo. 

Su hija Florencia Moreno Fasce (45) es docente hace 22 años y trabaja en la Escuela Primaria Nº32 de Temperley desde hace 12. Su llegada a la institución pareciera una coincidencia, pero el destino tuvo mucho que ver.

"Si hablo de mis primeros pasos en la educación, no puedo dejar de hablar de Flora Fasce, mi mamá. Yo siempre quise ser maestra y eso tiene que ver con lo que absorbí de ella, que fue docente muchos años de esta queridísima escuela", empezó a contar cómo se dio la conexión entre ella, su mamá y la institución ubicada en Indalecio Gómez 502, que este año celebrará su centenario de vida.

Cuando agarré un cargo titular en la Escuela Nº32, llamé a mi mamá y se puso a llorar. Para Flora, su vida era este colegio, fue maestra desde 1978 y luego de 25 años pasó a ser directiva en la Escuela Nº2, también en Temperley, donde llegamos a compartir juntas nuestra labor. A ella prácticamente la empujaron para que se jubile en 2015, porque no quería: trabajó hasta los 75 años.

Cuando Florencia tuvo la oportunidad de tomar un cargo como docente titular y vio la vacante, no dudó en elegir la Escuela Nº32: "Llamé a mi mamá y se puso a llorar. Para Flora, su vida era este colegio, fue maestra desde 1978 y luego de 25 años pasó a ser directiva en la Escuela Nº2, también en Temperley, donde llegamos a compartir juntas nuestra labor. A ella prácticamente la empujaron para que se jubile en 2015, porque no quería: trabajó hasta los 75 años".

Tal es así que, un año después de su jubilación, Flora dejó físicamente este mundo. Pero su deseo de estar cerca de los alumnos ya lo había manifestado un tiempo atrás, cuando le detectaron cáncer y, como si fuese una premonición, sabía que le quedaba poco tiempo de vida. "Salía de las sesiones de quimioterapia y, con sus últimas fuerzas, iba a la escuela. Un día nos dijo que, cuando ya no esté, que ella quería descansar en la escuela donde fue más feliz, cerca de los chicos, en un arbolito", rememoró Moreno, una frase que jamás se le borrará de la memoria.

Un año después de su jubilación, Flora dejó físicamente este mundo. Pero su deseo de estar cerca de los alumnos ya lo había manifestado un tiempo atrás, cuando le detectaron cáncer y, como si fuese una premonición, sabía que le quedaba poco tiempo de vida.

"Cuando ella murió, el 3 de septiembre, la directora de aquel entonces me dijo que íbamos a cumplirle el deseo a Flora. Así fue que, a los meses y en la puerta de la escuela, se plantó un ficus y, tras un emotivo acto, parte de los restos de mamá descansan en la sombra de ese árbol", reveló Florencia, emocionada.

Salía de las sesiones de quimioterapia y, con sus últimas fuerzas, iba a la escuela. Un día nos dijo que, cuando ya no esté, que ella quería descansar en la escuela donde fue más feliz, cerca de los chicos, en un arbolito.

Florencia trabaja actualmente doble turno en el colegio y varias veces al día se topa cara a cara con el ficus. "Siempre paso y toco las hojas del árbol. Cuando ella se fue, yo sabía que todos los días la iba a tener conmigo adentro del aula. Camino los pasillos y es el día de hoy que sigo encontrando planillas con su letra, me provoca una profunda emoción", dijo, ya con lágrimas en los ojos.

"Mucha gente me dice que tengo la esencia de mi mamá, incluso varios se dan cuenta sin saber que soy su hija. La Escuela Nº32 es mi vida, como lo era también para Flora, fui alumna y mis hijos también son parte de la institución. Yo tengo en claro que me voy a despedir acá", aclaró.

Siempre paso y toco las hojas del árbol. Cuando ella se fue, yo sabía que todos los días la iba a tener conmigo adentro del aula. Camino los pasillos y es el día de hoy que sigo encontrando planillas con su letra, me provoca una profunda emoción.

Para cerrar, Florencia admitió que ya existen charlas para poner una placa identificatoria en el ficus donde descansan las cenizas de Flora, tarea que quieren realizar para octubre, fecha en la que se cumplen 100 años de la fundación de la Escuela.

Cabe destacar que el papá de Florencia también tiene un significado especial para la Escuela Nº32: el reconocido folklorista Omar Moreno Palacios, que falleció hace un año, solía ir seguido al colegio para desplegar todo su talento de milonga criolla y canto gaucho en el establecimiento educativo.