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Cuando alimentarse deja de ser un placer para convertirse en un trastorno

Trabajan de forma gratuita y anónima . La organización Comedores Compulsivos Anónimos, que cuenta con una sede en la región, aborda distintas problemáticas como la ansiedad, y se basa en las experiencias de los propios participantes. En plena pandemia se da un contexto propicio para comer a cualquier hora.

Comedores Compulsivos Anónimos (Overeaters Anonymous en inglés) es una entidad gratuita que lucha contra los problemas alimenticios, como la obesidad, la bulimia y la anorexia. Existen ocho grupos en el país y uno se encuentra en Adrogué, que en plena pandemia sigue con su trabajo gracias a la virtualidad.

“La comida es una adicción y generaba en mi cuerpo lo mismo que la droga para un adicto o el alcohol para un bebedor”, dijo Fernando, un vecino de la zona que es parte de esta institución y que, gracias a las experiencias contadas por sus compañeros, ya pudo bajar más de 40 kilos.

“Cualquiera que sea el problema que tengas con la comida, sos bienvenido a esta reunión” es una de las frases que utiliza la institución para difundir su tarea y brindar su ayuda a todos los que la necesiten, sin hacer diferencias. La principal herramienta para combatir la problemática es la propia experiencia de los que asisten. Además del físico, se tratan las cuestiones emocionales (como la ansiedad) y espirituales para sobreponerse a la situación. “Engordar no es el problema, sino esconder los trastornos que genera el aislamiento y recurrir a la comida como consecuencia”, explicó Fernando.

Si bien comer compulsivamente es un problema que excede a la pandemia, la cuarentena y el confinamiento son contextos propicios para los desórdenes alimenticios. “He visto que se ha potenciado el consumo de grandes cantidades de comida, a cualquier hora y en todo momento”, dijo quien participa en uno de los ocho grupos que existen en Argentina, para luego agregar: “Tenemos reuniones virtualmente, por Skype, dos veces al día”.

“La comida es una adicción y generaba en mi cuerpo lo mismo que la droga para un adicto o el alcohol para un bebedor”, admitió el vecino de Adrogué, que ahora se rige por un plan de cuatro comidas diarias y sabe que, entre medio de eso, “está la vida”.

“El problema con la comida se da por propio reconocimiento, nadie te dice que está mal, te das cuenta solo”, dijo quien admitió haber estado con muchos problemas de salud y que en cuatro meses ya lleva bajado 44 kilos. Gracias a Comedores Compulsivos Anónimos, Fernando pudo detener sus impulsos y no pensar todo el tiempo en alimentarse.

Algunas diferencias con el programa Alco, que también lucha contra la obesidad y la integración, es que Comedores Compulsivos Anónimos es gratuito, no revela la identidad de las personas que se acercan a pedir ayuda y no utiliza una balanza para tomar los pesajes.

Aquellos vecinos que estén en una situación similar y creen que necesitan ayuda, pueden comunicarse por teléfono al 1157505020 (Alejandra) o 1155800418 (Fernando). También pueden ingresar a la página web www.oa-argentina.org , en la que habrá información y un pequeño cuestionario para comenzar a darse cuenta si existe realmente un problema con la com

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