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Charlas emocionantes: los voluntarios del Club Temperley cuentan cómo es el encuentro con los vitalicios

Unidos en cuarentena. A través del Departamento Social y Solidario, una veintena de socios se puso en contacto con abuelos para brindarles ayuda si la precisan o simplemente conversar un rato. Surgen anécdotas, historias de antaño y se refuerza el tejido social entre vecinos.

Solidarios y unidos los socios de Temperley ponen manos a la obra en la cuarentena

Solidarios y unidos, los socios de Temperley ponen manos a la obra en la cuarentena.

Solo aquel que ayudó desinteresadamente y vivió la sensación de alivio que eso genera en el otro puede saber de qué se trata la cuestión. Con la cuarentena, los ejemplos de solidaridad brotaron del suelo. En Temperley, un grupo de voluntarios de todas las edades se puso a disposición de los abuelos Celestes para ayudarlos o tan solo prestarles un rato de su tiempo escuchándolos.

La iniciativa abarca a unos 20 voluntarios que se toman el trabajo de llamar a diario a los vitalicios e interactuar. En algunos casos son solo unos minutos y en otros se transforman en charlas más largas: de cualquiera manera, el aporte al día de esos abuelos siempre es valorado.

“La experiencia es muy gratificante y es lindo hacer este trabajo. A muchos los agarrás de sorpresa: primero tienen desconfianza pero después le explicás bien que sos, empezás a hablar del club y van soltándose. Te preguntan cómo llegaste a Temperley, cuánto hace que vas y otros directamente te empiezan a contar sus historias, sus vivencias en el club”, contó Fabián Galeano, uno de los hinchas que se sumó a la propuesta del Departamento Social y Solidario.

En el transcurso de estos días, la idea es contactar a la máxima cantidad de vitalicios posibles. En la base de datos hay más de mil. Vanesa Coulon, otra de las socias que forma parte de los llamados, relató: “El principal fin era poder asistirlos en cuestiones de compras, mandados pero lo que vamos viendo es que se vuelve más bien una charla por la sencilla necesidad de hablar con otra persona”.

Y agregó: “Las charlas que uno estipulaba iban a ser cortas pero se vuelven de más de 20 ó 30 minutos porque empiezan a salir temas y te das cuenta que lo único que quieren es hablar con otra persona un rato. Y está bueno, es hacerle un poco de compañía en este momento”.

En este sentido, Galeano amplió: “Se sienten acompañados. Te agradecen mucho los llamados. Es lindo escuchar a alguien que no te conoce, que te cuenta cosas, que se suelta. Cuando cortás, sentís que le sacaste una sonrisa a una persona que capaz que en esta cuarentena solo tuvo llamados de un hijo o algún pariente. Le haces hablar de algo que le gusta que es el club de sus amores”.

La voz de un abuelo es siempre la voz de la experiencia, la de alguien que vivió más años que uno y tiene más que contar. Las anécdotas de cancha están presentes pero el diálogo también va por otros caminos. “Nos cuentan muchas cosas del club y también charlás acerca de actualidad. Me ha pasado de hablar con un señor que quería saber si estaba de moda casarse o no. Me contaban sobre como intentaban mantenerse en movimiento sin poder salir de la casa, como caminaban y esas cosas. Lo que encontramos es gente que está muy sola pese a estar asistida por familiares”, detalló Coulon.

Y las emociones a flor de piel que suele generar la cuarentena habilitan el descubrimiento de historias más personales. “Un socio me contó que de los 5 años vivía en el barrio y cerca de la cancha y se iba caminando solo porque no había avenidas y vivía muy poca gente. Otro señor me contó desde el dolor que estaba acompañado con un hijo que estaba al lado de él y otro en el cielo. Se dan historias muy lindas y también emotivas”.

Agustín Velozo, otro socio que se encarga de los llamados, señaló: “Se nota que les causa alegría hablar de su club, agradecen el llamado siempre y nosotros, de paso, los invitamos también a venir al estadio cuando todo termine para poder disfrutar de la Casa del Vitalicio”. Y cerró: “Esto uno lo hace de corazón, porque es socio y fanático de Temperley. Para ellos, el club es su segunda casa y nosotros queremos hacerlos sentir cuidados y contenidos por este hogar

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