Carruajes, palcos y comparsas: la rica historia de los carnavales en Lomas

NOSTALGIA A fines de los años 30, lo que actualmente es Hipólito Yrigoyen ya era una fiesta con un gran desfile que arrancaba por Laprida. Hoy los festejos son en los barrios. 

días de magia y baile.

El carnaval es sin dudas uno de los festejos populares más arraigados en la sociedad argentina, en el cual hombres, mujeres y chicos de todas las edades disfrutan un espacio común con música, desfiles y disfraces. Aprovechando los feriados que llegan este fin de semana, me propuse investigar cómo fue que nació esta costumbre en Lomas de Zamora. Y la historia, como siempre, es muy interesante. 

Los corsos ya ejercían una atracción en la zona un siglo atrás, con gran afluencia de público. Las máscaras, murgas y comparsas, sumadas a la gran cantidad de carruajes, llamaban la atención por su despliegue.

El desfile arrancaba en la estación de trenes por la calle Laprida, siguiendo hasta Necochea (avenida Hipólito Yrigoyen), doblando por Gorriti para tomar la otra mano y seguir por esa calle que desde Laprida hacia el norte se llamaba general Rodríguez, hasta Portela. 

Era todo un espectáculo contemplar el recorrido bien iluminado, a la compacta multitud por las veredas haciendo un colorido corredor. Los palcos estaban instalados en el medio de la calzada y ocupados en su mayoría por las familias más acomodadas de Lomas, presentando todos ellos un atractivo aspecto por la elegancia de sus ocupantes. No faltaban la espuma y serpentinas que desde las veredas o desde los carruajes les tiraban a su paso.  

Pero el desfile de carrozas constituía la mejor atracción del corso local, pues aún el coche de plaza con capota baja era el más pedido y el que se prestaba convenientemente para desfilar ya que permitía formar increíbles cadenas de serpentinas entre dos que se seguían, uno detrás del otro, como anudando simbólicamente esperanzas e ilusiones.  

Luego del corso se solía ir a bailar a los salones ubicados en el cine Español, en el Unión y Estrella de Banfield, en Los Andes y en algunos otros clubes de moda de aquellos años.  

En aquellos años, fines de los 30, comienzos de los 40, el apogeo de las murgas y comparsas de carnaval, muchas veces respondían a significados regionales, ya sea por el lugar de nacimiento de sus integrantes o como un reconocimiento nostálgico hacia esa lejana patria que recordaban con trajes, cantos o música. Luego del corso se solía ir a bailar a los salones ubicados en el cine Español, en el Unión y Estrella de Banfield, en Los Andes y en algunos otros clubes de moda de aquellos años.  

Este año, Lomas también es parada obligada para quienes quieran festejar Carnaval. El municipio preparó una agenda llena de festejos durante toda la semana que se extendió por varios barrios con propuestas de música en vivo que hicieron de cada rincón un verdadero centro de celebración y cultura popular. ¡A disfrutar! 

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