entrevista El Presidente se enmarañó en varias excusas y contradicciones para defenderse. No quiso decir que se trató de una estafa y lo derivó a la Justicia.
Después de un fin de semana escandaloso en el que el presidente Javier Milei promovió una estafa con criptomonedas que terminó con más de 70.000 afectados según la plataforma utilizada, el mandatario rompió este lunes el silencio y trató de ensayar una defensa. Con varias contradicciones, aseguró que es un "tecno-optimista" que brindó apoyo al proyecto $LIBRA "para ayudar a las Pymes" argentinas. Sin embargo, acto seguido, apuntó contra los estafados y sostuvo que los que pusieron plata lo hicieron en una "apuesta digna de un casino" a la que sólo podían acceder "personas hiperespecializadas".
Milei desplegó un abanico de argumentos cruzados para tratar de defenderse o, incluso, mitigar los daños que este escándalo produjo en su imagen presidencial para su propio núcleo duro. Aseguró que él no "promocionó" ninguna aplicación solo que "la difundió" y explicó por qué lo hizo ni bien fue lanzada al público: "Soy un tecno-optimista fanático; tengo una pasión por la tecnología. Toda propuesta que encuentre que pueda mejorar el financiamiento para emprendedores tecnológicos, como es este caso, la voy a tomar".
Como quedó demostrado, cuando el mandatario tuiteó el precio de la criptomoneda comenzó a crecer exponencialmente hasta amasar una cotización total de U$S4.000 millones. Por eso, muchos opositores, economistas y traders hoy denuncian que el tuit fue el negocio.
En este punto, Milei volvió a retomar la idea de que nadie lo hackeó, sino que, por el contrario, fue una acción deliberada de "buena fe". No obstante, dos minutos después sostuvo que la compra de $LIBRA era como ir al casino: "Aquellos que participaron, lo hicieron voluntariamente y es un problema entre privados".
Además, aseguró que no estuvieron involucrados ni fondos públicos ni el Estado argentino, pese a que él es el máximo representante legal del Estado argentino.