Más de 200 muertos Los expertos coinciden en calificar este fenómeno como alarmante y estrechamente ligado al cambio climático.
Las devastadoras lluvias en España, especialmente en la provincia de Valencia -ahora en Barcelona - dejaron un saldo trágico con más de 200 muertos y daños que aún se evalúan, en un fenómeno que los expertos coinciden en calificar como alarmante y estrechamente ligado al cambio climático. A medida que el calentamiento global alimenta tormentas más fuertes, se intensifican los eventos de lluvias torrenciales que dejan en evidencia la necesidad de una respuesta rápida y coordinada por parte del Estado.
Estos hechos nos revelan dos cuestiones relevantes: el cambio climático es cada vez más incisivo e incierto, por lo que las alertas ya no se pueden prever con toda claridad.
El fenómeno meteorológico que afectó a España es conocido como Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), característico del Mediterráneo, y descargó más de 500 litros de agua por metro cuadrado, un registro extraordinario que excedió las capacidades de respuesta en la región. Las autoridades meteorológicas elevaron el nivel de alerta, pero la catástrofe desbordó la preparación institucional, dejando a la provincia sumida en el lodo y las inundaciones.
La espectacularidad del fenómeno se hizo presente en videos compartidos en redes sociales que mostraban la violencia del agua, que arrastró vehículos y atrapó a personas en sus viviendas. Algo que nos puede parecer lejano, pero que si no se aplican políticas de cuidado ambiental no se evitarán.
¿QUÉ FALLÓ?
La falta de previsión en la respuesta fue señalada por expertos quienes señalaron que "estas cosas no deberían ocurrir en un país desarrollado que cuenta con los medios que tiene España". Las decisiones tardías en emitir alertas y establecer evacuaciones expusieron a la población a un riesgo evitable, pues muchos murieron intentando proteger sus propiedades o desplazándose en sus vehículos sin ser advertidos a tiempo. La situación generó un intenso debate sobre la efectividad del modelo autonómico español para afrontar emergencias de esta magnitud.
Otro factor crítico es el urbanismo desorganizado que caracteriza a las zonas mediterráneas de España, donde se ha construido en áreas propensas a inundaciones. Las autoridades reconocen que esto agravó el impacto del desastre, pues las lluvias saturaron rápidamente suelos y torrentes que desembocaron en crecidas devastadoras. El caso de Chiva, donde el agua desbordó la rambla del Poyo y arrasó barrios enteros, es un ejemplo de los riesgos de edificar en espacios fluviales sin una planificación adecuada para eventos extremos.
El cambio climático intensifcó la frecuencia y severidad de estos eventos. Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) de España, las tormentas relacionadas con la DANA han aumentado un 15% en los últimos 20 años. Para Olcina y otros especialistas, este aumento no es azaroso; el calentamiento del Mediterráneo contribuye a formar nubes cargadas de humedad que producen lluvias torrenciales, mientras que un bloqueo atmosférico retuvo la tormenta sobre Valencia, lo que resultó en inundaciones catastróficas.
LA IMPORTANCIA DEL ESTADO Y LAS POLÍTICAS DE PREVENCIÓN
El impacto de estas lluvias en España deja una advertencia para otros países, incluyendo a América Latina, donde fenómenos similares podrían cobrar fuerza debido a condiciones climáticas y de urbanización similares. Lo fundamental es entender que el clima se hace cada vez más incierto y volatil.