De Puño y Letra Aunque los cines de barrio son desde hace décadas una especie en extinción ante el avance de las multisalas de los centros comerciales, hubo muchos que marcaron a fuego el entretenimiento.
Aunque los cines de barrio son desde hace décadas una especie en extinción ante el avance de las multisalas de los centros comerciales, en la historia de Lomas de Zamora hubo muchos que marcaron a fuego el entretenimiento y la magia del séptimo arte de varias generaciones. A los tradicionales cines Avenida, Gran Lomas, Español, Coliseo de Lomas se les suman el San Martín y el Maipú de Banfield, y en Temperley hubo otros inolvidables.
En la primera década del siglo pasado, en el café Paulista de la avenida Meeks y 25 de Mayo se podía ver mientras tomaban café una película de Max Linder, Agapito, Toribio y Tom Mix. La competencia era ir a la confitería del Hotel Internacional, en Avellaneda 2, frente a la estación de trenes. Con el desarrollo de la industria cinematográfica, los café concert de aquellas épocas no alcanzaban para montar comercialmente el interés y la demanda de la gente.
La Sociedad Italiana de Temperley inauguró en su sede de Vicente López 789 el cine-teatro Nuova Roma, que luego se llamó Roxy, en el cual se proyectaban películas. En 1928 se inauguró el cine Gloria, que más tarde fue rebautizado Astor, que funcionaba en la avenida Almirante Brown casi esquina 14 de Julio. Posteriormente don Arturo Turti construyó en 1928 en Meeks, a pocos metros de la Plaza Espora, el cine Gran Splendid, que funcionó varios años hasta 1966. Después de una remodelación abrió sus puertas como el Gran Sud y funcionó hasta 1975. Luego, con otros vientos comerciales, en el lugar funcionarios locales bailables y, quizá, el de mayor repercusión lo marcó Le Paradise, en los 80.
Tampoco se pueden dejar de citar otras salas de cine, más chicas y barriales, como el San Martín de la calle Riobamba y Carlos Casares, en Villa Galicia. Por su escenario pasaron figuras artísticas como Agustín Magaldi, Azucena Maizani, Hugo del Carril, Nelly Omar, Héctor Wilde, entre otros. Pero si bien no hay una sala de cine, en Temperley hay una plaza donde comerciantes del barrio organizaron varias funciones. En 1979 se celebraba el año Internacional del Niño y la Familia y se reunieron en la Plaza Espora el empresario José Cacciavillani con sus proyectores cinematográficos, y Eduardo Stellini con sus equipos de audio. Utilizaron como platea las escalinatas del monumento a la Marina de Guerra. Todos los jueves, de 20 a 22, se podía ver cine gratis con dibujos animados, cortometrajes, películas y hasta el show de goles del Mundial 78.
En fin, queridos amigos, pequeñas historias poco conocidas de la magia del cine que muchos vecinos pudieron disfrutar en Lomas. Hasta la semana que viene.