Inmigrantes y grandes industrias: los inicios de Llavallol

De Puño y Letra Luego de la creación de la estación de trenes, este rincón del conurbano se fue transformando en un polo industrial. El proyecto más grande fue la cervecería Bieckert. 

Crédito: Eduardo Alfaro.

Emilio Bieckert, fundador de Bieckert, se instaló en Llavallol en 1908.

¡Hola de nuevo, queridos amigos de La Unión! Nuestro partido, se sabe, es enorme. No por nada es el segundo municipio más poblado de todo el Gran Buenos Aires, después de La Matanza. En su extensión se reparten varias localidades, cada una con su historia y desarrollo propio. Si seguís mis columnas en La Unión, habrás notado que más de una vez hablé de algunos de los barrios de la zona. Y como no me quiero olvidar de ningún rinconcito de nuestro querido municipio, hoy me toca hablar de Llavallol. ¿Me acompañás? 

Su historia como localidad empezó a tomar forma a fines del siglo XIX, cuando se inauguró el ramal ferroviario a Cañuelas y se creó la actual estación Llavallol. El nombre se lo pusieron en honor a Felipe Llavallol, un comerciante importante que en enero de 1854 fue parte del grupo de empresarios que levantó la primera línea ferroviaria con capitales argentinos, llamada el Camino de Fierro. Con el tiempo, ese rincón del sur del conurbano se fue transformando en un polo industrial.

El proyecto más grande de aquellos años fue, sin dudas, la cervecería Bieckert. Emilio Bieckert, su fundador, era un francés que llegó a Buenos Aires y empezó con una pequeña fábrica en Capital, con un solo empleado. Pero en 1908 ya estaba instalado en Llavallol, en un terreno de 100 mil metros cuadrados. Otra industria importante en la zona es Firestone, ubicada en la rotonda de Antártida Argentina y el Camino de Cintura. 

La historia de Llavallol, como la de todo el país, está escrita por los inmigrantes. Pero, a diferencia de otras localidades donde italianos, españoles y británicos llegaron en masa, en Llavallol los que dejaron su huella fueron los polacos y los ucranianos.

De hecho, estos últimos fundaron dos clubes: el Dnipro y el Prosvita. Los vascos también aportaron lo suyo, comprando 20 hectáreas de la estancia de los Enz para levantar el colegio Euskal Echea. Trabajaron mucho y el 17 de diciembre de 1905 colocaron la piedra fundamental de los edificios para las escuelas y el asilo. El 10 de noviembre de 1912, inauguraron los colegios: uno para varones y otro para mujeres. 

Entre las visitas ilustres que pasaron por Llavallol, está la de Eduardo de Windsor, heredero del trono británico, quien en 1925 se detuvo en la granja La Felisa. Ese mismo año, nada menos que Albert Einstein, el genio que ganó el Premio Nobel de Física, se hospedó en la cabaña de su amigo Bruno Wasserman, que quedaba donde hoy está el Colegio La Medalla Milagrosa, en Moldes y Néstor de la Peña. Así es: Albert Einstein pasó unas vacaciones en Llavallol. Pero esa historia la dejamos para otra columna... ¡Hasta la semana que viene! 

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