SIGUE IMPUNE La víctima tenía 17 años cuando fue baleada en la cara por un efectivo del GAD de Lomas, durante un allanamiento erróneo en Centenario. El acusado está libre.
El 20 de julio pasado se cumplieron cuatro años del ataque que sufrió Ignacio Seijas, el joven menor de edad que perdió la visión de un ojo, durante un allanamiento erróneo del GAD de Lomas de Zamora en Centenario.
Luego de pasar momentos difíciles de salud, como secuelas del caso de gatillo fácil que padeció, y que le cambió la vida para siempre, la víctima ahora está estable, y su familia espera la designación de la nueva fecha del juicio, que se había suspendido por una recaída en su estado psicológico.
"Nacho tiene problemas psiquiátricos que le quedaron como secuelas por el ataque, pero está estable", señaló Marina Candia, madre del joven, que en diálogo con La Unión contó que su hijo se encuentra internado en una clínica psiquiátrica. "Ya pasaron cuatro años, y seguimos luchando por la salud de Ignacio", expresó.
Según contó a este medio, luego de la suspensión del juicio que se iba a desarrollar a partir del 6 de mayo pasado, las autoridades dieron un plazo de seis meses para designar una nueva fecha.
Además, indicó que una vez que sepan la fecha del proceso judicial, convocarán a una movilización para pedir justicia por el grave caso de violencia institucional que permanece impune, con el acusado en libertad.
El imputado es Daniel Antonio David, quien todavía espera a ser juzgado por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 2 de Lomas, que meses atrás había sido designado para encabezar las jornadas probatorias.
El hombre será sentado en el banquillo de los acusados, por el grave ataque que se le atribuye, ocurrido el 20 de junio de 2020, en Rawson al 1800, en Lomas, cuando efectivos policiales, por error, entraron a la vivienda de la víctima.
Según determinaron los investigadores, esa mañana, un grupo de 10 agentes del GAD irrumpió en la casa. Tenían una orden de allanamiento, pero para otro departamento, en el que buscaban electrodomésticos que habían sido robados de una escuela del barrio.
El joven de tan solo 17 años fue tirado al piso y pateado sin entender lo que sucedía: "Chorro de mierda", "Negro hijo de puta", fueron algunas de las agresiones que los agentes de la Bonaerense repitieron en el operativo, según la familia.
Desde entonces, comenzó un largo proceso de recuperación por las graves heridas. Sin embargo, su vida nunca volvió a ser la misma, debido a que perdió un ojo, y su estado de salud tuvo varias recaídas, con algunos intentos de suicidio incluidos.