Noche mágica Tras superar una dura enfermedad, Huguito volvió a jugar después de siete meses y le dio la agónica victoria al Granate frente a San Lorenzo en La Fortaleza.
Un 6 de mayo, pero de 1998, los hinchas de Lanús vivieron en La Fortaleza una de esas noches mágicas, que quedan en el recuerdo y serán atesoradas por siempre.
Hugo Morales, luego de superar una dura enfermedad, marcó un gol que tocó el corazón de todos los argentinos. Fue el 2-1 frente a San Lorenzo, cuando el Granate peleaba el Torneo Clausura junto a Vélez Sarsfield y Gimnasia y Esgrima La Plata.
Los días, y las horas previas al partido, hacían cosquillas en cada cuerpo Granate. Volvía Huguito, que le hacía honor con su fútbol al dorsal Nº 10. El partido estaba "chivo", empatado en uno por los goles de Gonzalo Belloso y Mirko Saric.
Y se produjo ese momento inmortal. A los 73 minutos, el entrenador Mario Gómez dispuso el ingreso de Morales por el "Pejerrey" Belloso (hoy presidente de Rosario Central). Después de siete meses, volvía a pisar el verde césped de La Fortaleza.
El destino le tenía preparado un final de película. Minuto 92, córner de Leonardo Mas, la cabeza de Daniel Cravero y la pelota que queda boyando para el remate cruzado que terminó en la red de Oscar Passet. La corrida desenfrenada, la camiseta al aire y el abrazo de todos sus compañeros para el héroe del partido.
"Cuando Mario Gómez me dijo que iba a estar en el banco empecé a sentir una gran ansiedad. Concentré y me tocó compartir la habitación con Juan Fernández Di Alessio. Le dije que me tenía una confianza bárbara para entrar en el segundo tiempo. Lo único que pedía era que el equipo fuera ganando y que Mario me pusiera para tener la pelota y ser útil para el equipo", contó Morales a Clarín.
Claro que no imagina el desenlace de la película. "Todos los que estuvieron conmigo estos siete meses me empujaron para hacerlo", dijo sobre el gol.
"Estaba con mucha bronca porque había tenido tres o cuatro situaciones de gol que no las había podido concretar. Pero Dios me ayudó. Me dijeron que hasta los de San Lorenzo me aplaudieron a pesar de mi pasado Quemero. Que los hinchas de los otros clubes me hagan sentir su cariño me hace muy feliz. El festejo fue como me lo había imaginado: abrazado con mis compañeros y gritando como loco. Fue como un agradecimiento a la gente de Lanús, que me dio tanto, a los seres queridos y a la vida", narró sobre aquel 6 de mayo de 1998.
Pasaron 26 años del grito que estremeció a Lanús y al fútbol argentino en general. Pero el verdadero gol fue el que le ganó a la batalla que tuvo que enfrentar.