De Puño y Letra Las primeras catraminas, más parecidas a las antiguas diligencias, comenzaron a recorrer las calles empedradas a mediados de los años 20.
Nuestros colectivos, o "bondis", son un medio de transporte tan popular como argentino. Su origen en la Ciudad de Buenos Aires se remonta a 1928, en que un grupo de taxistas decidió realizar un recorrido fijo anunciándolo con un cartel en su parte delantera y permitiendo subir a más de un pasajero.
En Lomas de Zamora, el colectivo también tiene su historia. Las primeras catraminas, más parecidas a las antiguas diligencias, comenzaron a recorrer las calles empedradas a mediados de los años 20. Como también andaban por calles de tierra, en los días de lluvia el trayecto finalizaba en el cruce de Las Heras y Alvear. Si el tiempo mejoraba, algunas líneas se animaban a meterse en la huella de barro con cadenas en las ruedas, y llegar hasta la calle Tucumán.
Ahora bien, ¿quién fue el responsable de la expansión del colectivo en nuestro barrio? Cuando aún no se habían acallado los ecos de los festejos del centenario llegaba a nuestro país de Castilla, España, don Teófilo Velayos. Vino a Lomas dispuesto a afincarse y con su flamante taxi recorría el pueblo, haciendo oír la estridencia de su bocina en cada bocacalle. Años después comenzó una relación con Diego Wilde, el dueño de la agencia Ford local, y con un crédito que éste le otorgó compró cinco chasis que, carrozados en un taller metalúrgico, causó la admiración de los vecinos al ver en sus calles al primer servicio de colectivos lomense. Los vehículos partían de la estación de Lomas y seguían por Laprida, derecho hasta Tucumán.
Al tranvía, aquellos viejos carromatos pintados de verde oscuro y que pertenecían a la empresa "La Nacional", le había salido un inesperado competidor en su recorrido inicial por las calles de Lomas. Igualmente, los tranvías llegaban hasta el Cementerio y más lejos todavía, hasta Villa Albertina. Sin embargo, la novedad y el atractivo para los vecinos era tomar y viajar en esos colectivos, más rápidos en los desplazamientos. Los pasajeros se sentaban frente a frente y se entraba al vehículo por una puerta trasera con un pescante en el que se ubicaba el chico que trabajaba de guarda, hasta que con los años se fueron perfeccionando los modelos para ofrecer más asientos en forma horizontal, como los actuales, es decir, en fila. El viaje costaba 5 centavos y don Teófilo Velayos tuvo la idea luego de crear un sistema de abonos mensuales, algo bien recibido por los clientes.
Con los años, Lomas se fue haciendo como la mayoría de los pueblos de Buenos Aires y el interior, con el transporte automotor de colectivos en crecimiento. Se fueron sumando más líneas urbanas a medida que aumentaba la población bonaerense. Esas mismas empresas fueron extendiendo los recorridos y al esencial transporte ferroviario, motor de crecimiento indudable en el progreso, los colectivos se integraron definitivamente al servicio público de pasajeros. Hasta la semana que viene.