LA CONFESIÓN El extremo de 21 años volvió a destacarse, esta vez en un partido especial para el Taladro, ante el Granate.
Gerónimo Rivera causó un efecto en los hinchas de Banfield que hace tiempo no ocurría. En los últimos campeonatos han surgido varios juveniles que ha emigrado al fútbol exterior y brillan en otros clubes. Aunque, muy pocos con el perfil del mediocampista que, en pocos partidos en la primera división se ganó la admiración del simpatizante albiverde al punto de hay comenzado a pedirlo verlo jugar.
Cada vez que ingresó desde el banco de suplentes, hasta el momento, "Gero" se volvió una pieza clave del Taladro para cambiar el ritmo del partido o cambiar la historia del encuentro y preocupar al rival, como en el triunfo ante Instituto de Córdoba -donde marcó su primer gol-, el partido ante River -donde también se destacó-. Tampoco fue excepción en el Clásico de Sur ante el Granate, rival con el que tiene una historia particular.
"De chiquito jugaba en Lanús, pero pude darme cuenta y pasarme a la vereda correcta. Me decían que no podía jugar al fútbol porque era muy chiquito, pero acá está el resultado", confesó el extremo, de 21 años, en declaraciones a Espn después del encuentro en medio de un estadio Florencio Sola marcado por un éxtasis de emociones ante el clásico rival.
Rivera ingresó a los 21 minutos del segundo tiempo cuando Banfield ya había sellado el marcador en 1 a 0 ante el Granate con el tanto anotado por Juan Bisanz a los 39 minutos del primer tiempo y de a poco, con gambeta y velocidad, empezó a volver loca a la defensa de los dirigidos por Sebastián Salomón, que terminó con nueve hombres por las expulsiones de Juan Sánchez Miño y Juan Cáceres.