De puño y letra Estaba ubicado en la esquina de San Martín y Castelli, y tenía un toque mágico que lo hacía muy pintoresco.
Hola, queridos amigos de La Unión. Hoy empiezo con una buena nueva. Esta semana comenzó la preventa de "Parar: tocar fondo, resetear y volver a empezar", mi segundo libro. Estuve más de un año trabajando en el proyecto, que no es para nada un libro de autoayuda, sino el testimonio de alguien que vive a mil por hora.
Este 2021, un virus me puso en jaque y me obligó a parar. Les quería compartir mi experiencia, la lucha interna que viví estos dos últimos años para lograr bajar un cambio y encarar mis días de una manera más sana. No hablo de mis éxitos, les hablo de mis dificultades para lograr un equilibrio en mi vida.
Es cierto: a veces parece difícil encontrar el momento del día para leer un libro, especialmente cuando muchos necesitamos que el día tenga más de 24 horas. El celular, además, suele acaparar esos pocos minutos libres que aparecen de vez en cuando. Quizás a la noche, antes de dormir, o mientras parás 15 minutos en algún lado a tomar un cafecito en algún bar. Cómo me gusta ese plan...
Ninguno tiene una historia tan curiosa como la de El Trípoli. Aunque era un café, más que nada se servía alcohol.
En Lomas tenemos muchas opciones para tomar café: hay de todo, desde comercios históricos, como café París hasta cadenas internacionales como Starbucks. Ninguno tiene una historia tan curiosa como la de El Trípoli. Aunque era un café, más que nada se servía alcohol. Estaba ubicado en la esquina de San Martín y Castelli y tenía un toque mágico que lo hacía muy pintoresco.
Se entraba por la ochava a un gran salón en el que estaban las mesas y dos billares. A un costado había un lugar reservado para los habitués que buscaban intimidad. Y en el patio había además dos canchas de bochas.
Al café, uno de los pioneros de nuestro distrito, lo visitaban en su mayoría vecinos que disfrutaban de pasar el rato junto a amigos jugando al billar o a las bochas. Pero también era conocido por ser el punto de encuentro de personajes un tanto problemáticos. Muchos de los asistentes eran conocidos guapos de época, que andaban al margen de la ley, se pasaban con el alcohol y se iban muy seguido a las manos.
Era conocido por ser el punto de encuentro de personajes un tanto problemáticos. Muchos de los asistentes eran conocidos guapos de época, que andaban al margen de la ley, se pasaban con el alcohol y se iban muy seguido a las manos.
A fines de la década del 20 empezó la decadencia: todo se desmadró en mayo de 1928, con un doble crimen: dos hermanos fueron asesinados a sangre fría por un hombre, según se supo, por cuestiones de polleras. Aquel hecho, sumado a otra brutal pelea ocurrida meses después entre un policía y un cliente, marcó el principio del fin del histórico bar. Y sí: la verdad que se tomaba poco café. ¿De libros? Poco y nada...