No culpes a la playa

socorro Al llegar a la quinta que alquiló la familia para pasar el verano, los hijos se mostraron desilusionados, pero también muy voluntariosos. Se vino otro mangazo. 

Te voy mandando audios de WhatsApp, acá no tengo a mi querido teléfono fijo, del que tanto te burlas, pero vos también conservás, ojo. 

Bueno, la cosa es que acá estamos. No será el Palacio de Buckingham, pero se la banca lo más bien esta quinta, es casi como en las fotos en internet, ya con eso me conformo. La pile está buena, aunque sacamos como un kilo de bichos, tiene comodidades y nadie te joroba por acá. En fin, no está nada mal. 

¿Los chicos?, me veía venir esa preguntita malvaba. Ahora bancate una catarata de audios que voy a mandar. El asunto es como ya te había contado, estos dos querían ir para la Costa, pero con mi marido optamos por una quinta, para estar más tranquis al menos por una semanita. 

Sigo, no sé qué se esperaban estos dos, pero pusieron una cara de desilusión que ni te cuento. No dijeron ni pío, pero con la caripela que pusieron fue suficiente. Además, no están en condiciones de quejarse y mucho menos con lo que nos salió pagar esta semanita. 

Creo que algo hablaron cuando nos dimos cuenta de la cara de traste que pusieron y hubo un cambio de actitud, una vez en la vida estos dos se hicieron cargo de la realidad, ya era hora, ¿viste?

Sin que les pidamos nada, se remangaron. La más chica me ayudó a ordenar las provisiones que trajimos y no empezó a jorobar con que esto no hay que comerlo y que esto tampoco. Además, empezó a decir que lindo esto, que hermoso aquello. 

El otro grandulón se puso a laburar, ¿viste que te dije recién que la pile tenía más bichos que un radiador?, el tipo se la puso a limpiar y toda esa historia. Hasta se atrevió a hacer un asado, aunque casi provocó un incendio forestal, pero al menos lo intentó. 

En estos días que llevamos acá, están más voluntariosos que nunca. Levantan la mesa, lavan los platos, ayudan en todo. Parece que me cambiaron de hijos. Una locura. 

¿Querés saber más? Te lo cuento: después de unos días de ser más serviciales que un Boy Scout, llegó el magazo: la chica y el más grande nos vienen a decir, si un día vamos hasta algún lado de la Costa, a pasar el día y volver. 

¿Cómo terminó?, mi marido les dijo que sí, entonces nos vamos a pasar un día a la Costa, perdí 3-1 en la votación. Pero dejé en claro mi posición, vamos a un lugar con poca gente. Al menos pude meter una objeción, aunque se salieron con la suya. Un día de playa y un día pagado en la quinta al pepe. Adolescentes, ésa es la cuestión. Mañana nos vamos temprano y te voy contando, mientras imagino tu risita del otro lado…

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